"Graciosas Majestades"

 

“Unos magos de Oriente 
se presentaron en Jerusalén preguntando: 
¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? 
Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo” 
(Mt 2, 1.2).

 

Los magos de Oriente vienen de lejos, siguen una estrella, entran en una cueva, se postran para adorar al niño. En el camino de su búsqueda hubo noche oscura y dificultades; también las hay en nuestro caminar, y pueden llevarnos a mirar hacia atrás. Los Magos siguieron adelante. El bien siempre sobrepasa a todo acecho de maldad. El amor siempre triunfa. El Dios Amor guía la historia.

Los Magos son buscadores. Una estrella les guía y llena de alegría. En su viaje hacia Belén, se encuentran con un Herodes, lleno de ambición y odio. La llegada a la casa donde está en niño y su madre, les hace adorar, ofrecer y empezar un nuevo camino.

Los Magos de Oriente nos invitan a no quedarnos seguros en las certezas que configuran nuestras vidas. Hay siempre luces nuevas, estrellas en la noche, que vale la pena seguir. Los cambios, las búsquedas, las pérdidas forman parte del camino, pero al fin encontramos a aquel que plenifica nuestras vidas.

Sigamos a la estrella que simboliza la luz de nuestra fe. Luz para todos los pueblos y todos los hombres. Vayamos a adorar al Niño. Llevémosle lo mejor que guardemos en nuestro corazón.  

Esa es la fe de los Magos de Oriente que hoy nos recuerda que este Niño-Dios ha nacido para todos.

Dios se deja tocar. Se ha hecho un niño de carne y hueso para compartir nuestra frágil naturaleza. Nos ama llevando hasta el extremo el amor humano. Y en cada persona que ama, que tiene el corazón compasivo, que se entrega en servicio a los demás, que busca la comunión, está Él.

Jesús es el gran regalo de Dios para la humanidad.

Guiados por el anhelo de nuestro corazón, descubramos a Dios en medio del mundo. El amor nos impulsa y nos indica el camino. No el poder, el prestigio o la riqueza, sino la humildad, la sencillez, el servicio...

Una fe como aventura maravillosa; como llamamiento a salir de nuestro rinconcito caliente; como invitación a abrir los ojos de dentro y ver las cosas de otra manera, con una profundidad distinta; a la manera de Dios. La fe como un aprender a descifrar su Palabra, que nos lleva a otra clave; a descubrir su rostro en otro, su huella en la vida, su amor en el sufrimiento.

Después de descubrirle no podemos ser los mismos. Volveremos a nuestra tarea diaria, a nuestros quehaceres pero... seremos hombres y mujeres nuevos, nuestro proyecto se habrá llenado de otra luz, de una mirada que lo ha cambiado todo, que nos ha hecho nuevos

Vamos a buscar, a encontrar, a reconocer a ese recién nacido. Y a ponerlo a mandar en nuestras vidas.
Y luego, al volver de Belén, seamos "estrella" para los otros: testigos del amor y de la esperanza.
Hay mucha gente esperando.

También nosotros podemos ser epifanía del amor y cercanía de Dios... ser signo de Dios desde lo pequeño, ser huella del Evangelio de los sencillos, ser manifestación de su amor a todos, ser su abrazo sin excluir a nadie, ser reflejo de su cercanía y ternura.

Los Reyes Magos eran sabios pero quizá también un poco payasos, pues seguro que hicieron carantoñas al niño para hacerlo reír. Que sus "Graciosas Majestades" nos alegren este año regalándonos todo lo bueno que viene de Dios y no se puede comprar. Paz, Amor y salud para todos..

¡Feliz día de Reyes!

 

Señor, has puesto en nuestro corazón el deseo de ser felices,
la esperanza de disfrutar cada día un amor más grande,
el sueño de vivir en un mundo nuevo, en el que reine la paz.
Sólo Tú, Señor, puedes darnos esa felicidad, ese amor y esa paz.
Somos la obra de tus manos, Señor. Nos hiciste para Ti
y nuestro corazón estará inquieto hasta que no descanse en Ti.

Para encontrarte, hay que dejar comodidades, rutinas y egoísmos
y ponernos en camino, como los magos de Oriente;
hay que estar atentos para descubrir las estrellas
que brillan en nuestro corazón y nuestro mundo;
hay que tener unos ojos limpios, para reconocerte en un bebé,
en cada persona, en cada acontecimiento, en el pan que comulgamos.

Danos un corazón agradecido y generoso que sepa adorarte,
que sepa reconocer tu grandeza en el niño más pequeño y pobre
y ofrecerte con amor lo que sabemos, lo que tenemos, lo que somos.




 

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