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Vida

 


«No es Dios de muertos, sino de vivos;

porque para él todos están vivos»

(Lc 20, 27-40)

El riesgo que corremos los cristianos, es el mismo que el de los saduceos: pretender atrapar a Dios en nuestros esquemas. Ajustarlo a nuestras leyes, normas, dictados. Jesús es muy claro. Dios es un Dios de vida. ¿Somos sembradores de vida o jueces de vida?

La muerte no es el final. No sabemos el cómo pero si sabemos qué y porqué. Dios quiere la vida, nos ama, nos quiere siempre, no abandona, las rupturas serán con el tiempo y con esta tierra maravillosa y los que la habitan pero no con Él.

La fe en la resurrección no nos desentiende de los problemas de la tierra. Los cristianos no deberíamos tener tanto miedo para entregar la vida por los hermanos, por el Reino de Dios, porque sabemos que recobraremos una vida nueva multiplicada. Los cristianos hemos recibido la misión de "traer el cielo a la tierra", de trabajar para que todos se sientan hermanos e hijos de Dios. ¿Cómo voy a responder a esta misión?

Yo creo en tu resurrección, porque puedo amar, puedo reír; puedo abrazar a mi mayor enemigo y mirarlo en ti. Yo creo en tu resurrección, porque tengo paz en mi corazón; porque puedo entregarme, a pesar de todo este dolor. Yo creo en tu resurrección, porque soy feliz junto a ti; porque me amas tanto, que hasta moriste por mí. Yo creo en tu resurrección, porque puedo amar; porque tengo tanto, tanto, tanto para entregar. Yo creo que tú, Señor, vivirás en mí. Yo creo que tú, Señor, vencerás en mí. Yo creo que tú, Señor, moraras en mí; para siempre, para siempre, Señor.

Yo creo en tu resurrección, porque ni el dolor ni mi propio error, ninguna angustia podrá separarme de tu amor. Yo creo en tu resurrección, porque todo lo puedo con tu amor, porque sé que cuidas de mi vida mejor que yo. Yo creo en tu resurrección, porque puedo amar, porque puedo entregarme, a pesar de todo este dolor. Yo creo en tu resurrección, porque puedo amar; porque tengo, tanto, tanto, tanto para entregar.

Yo creo en ti, Señor.
Yo creo en la fuerza de tu vida. Creo que donde sobreabundo el pecado, sobreabundo más tu gracia.Creo en la fuerza de tu pequeña semilla en nuestro corazón, que da el ciento por uno. Creo que vives en nosotros. 

Yo creo en ti, Señor. Yo creo en tu resurrección, porque puedo amar, porque puedo entregarme, a pesar de todo este dolor. Yo creo en tu resurrección, porque puedo amar, porque tengo tanto, tanto, tanto para entregar.


 

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