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Lo más urgente.

 

"Los mandó delante de Él, de dos en dos, 
a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir Él."
(Lc 10,1-12)

 

Hay muchas cosas buenas que ocupan la vida de la Iglesia, pero no hay nada más urgente que anunciar a Jesucristo.

Este es nuestro destino. Jesús nos llama, el Espíritu nos unge y el Padre nos quiere. Somos misioneros. El Señor quiere hacer a través de nosotros

Ir delante. El envío es un llamamiento al testimonio que cuestiona la vida, que genera esperanza, que motiva la conversión... para que la vida adquiera sentido, la espera sea fructífera y la conversión facilite el encuentro.

La misión a la que envía Jesús a sus discípulos, aplicada a nosotros, pasa por conocer las Escrituras para saber anunciar la buena noticia del Evangelio

Una estima por la Sagrada Escritura, un amor vivo y suave por la Palabra de Dios escrita es la herencia que san Jerónimo ha dejado a la Iglesia a través de su vida y sus obras.

Encomendémonos a  María, que mejor que nadie puede enseñarnos a leer, meditar, rezar y contemplar a Dios, que se hace presente en nuestra vida sin cansarse jamás

María enséñanos a mimar, acoger, meditar, contemplar, orar la Palabra, como hizo san Jerónimo, para encontrar la fuerza ante la radicalidad del seguimiento que Jesús nos pide.

Maestra del Discipulado, Señora del Seguimiento, enséñanos, tú perfecta discípula a decir sí, tu sí que es ejemplo y modelo, para hacer vivo y verdadero nuestro seguir a Jesús. María te seguirá adonde vayas.  Te ayudará a llegar.

Señor, somos "mensajeros y servidores de la misión de Cristo" debemos preparar tus caminos, dando y transmitiendo paz (una paz que nunca deberíamos perder, sobre todo cuando experimentamos que es rechazada). Queremos compartir la suerte  de la gente  a la que hemos sido enviados.


 

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