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Misterio de amor

 


“Tomad, esto es mi cuerpo” (Mc 14, 12-16. 22-26)

 

La fiesta del Corpus Christi nos recuerda que nuestra vida está llamada a ser aquello que celebramos cuando oímos "Haced esto en memoria mía". Hacer eso es dar la vida, amar hasta el extremo, y generar comunidad

El pan es la base de la mayor parte de las comidas. El Pan es el soporte de nuestra vida. El que da sustento, acompañamiento, sabor y sentido. Pan que se parte, se comparte y se reparte. Pan para todo ser humano que quiera acogerlo, y comerlo

El mayor don de nuestra vida es que Cristo se hace presente a través de la Eucaristía. De ella brota la paz, la unidad y la caridad. ¡Déjate amar y ama hasta el punto de dar tu vida por los otros, a ejemplo de Jesús!

 Dar lo mejor que tienes, dar tu tiempo, entregarte por entero, poner el corazón en cada gesto, atento a las necesidades de quienes te rodean. Poner un poco de alegría, alimentar la vida... Y Jesús se nos da por entero. Su cuerpo y sangre nos dan vida en abundancia.

Pan y vino, carne y sangre... Él. Hacer memorial en cada Eucaristía de aquella cena nos da la posibilidad de unirnos a Él íntimamente. Él en mi y yo en Él. Al comulgar me convierto en portador de Eucaristía para y en la vida cotidiana.

 


“Yo soy el pan vivo

que sigue bajando del cielo

a través de vosotros en el altar de cada eucaristía

y en el altar de la vida de cada hermano.

Yo soy el pan vivo bajado del cielo

que sigue bajando para alimentar

a los hambrientos de pan y paz interior,

de justicia y sentido existencial,

de alegría y fraternidad.

Tomad y comed; convertíos en lo que recibís:

sed eucaristía viva para todo al que vuestras orillas

se acerquen con hambre

en su estómago y en su ser.

Dadles vosotros de comer.

Repartid vuestra vida, bienes, fe.

Yo sigo bajando a través de vosotros

En el altar de cada eucaristía

Y en el altar de cada vida”

(Fermín Negrete)


 

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