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Vivir alegres

 


“Jesús lleno de alegría en el Espíritu Santo”.  
                                           (Lc 10,21-24)
 

Adviento, tiempo de esperanza, tiempo de confiar en que el AMOR va a llegar a nuestras vidas. Que nadie nos quite la ilusión por vivir este tiempo tan especial, de ilusión y esperanza, hasta la llegada de nuestro Salvador, del Nacimiento de Jesús.

"Habitará el lobo con el cordero, la pantera se tumbará con el cabrito, el novillo y el león pacerán juntos: un muchacho pequeño los pastorea".              (Is 11, 1-10) El sueño de Isaías está vivo. Muchos se conforman con lo posible, y olvidan el sueño de una humanidad reconciliada. Inténtalo. Sueña

Santa Teresa siempre decía que: “Un santo triste es un triste santo”. Ahora parece difícil, pero hay que dejar de lado el pesimismo. ¡Déjate contagiar por la alegría del Evangelio! ¡Y compártela con los demás! La alegría brota de la acción del Espíritu.
El desbordamiento de la alegría despierta la gratitud. No tenemos nada que no hayamos recibido. No conocemos nada que no se nos haya revelado. Sólo tenemos motivos para ser agradecidos y vivir alegres.

Preocuparse por los pequeños, por los que no cuentan... Esa siempre fue la prioridad de los más grandes. De los que son, no de los que creen serlo. La gente pobre, sencilla, buena o sin estudios nos enseña que sólo el que ama y cuida del bien es verdadero. Lo demás, incluso la mística, la profecía, el saber o el poder, si no incluyen el amor, son sólo pamplinas. El saber de Dios se halla en la gente humilde. Sólo en ella.

La verdadera sabiduría no la otorga un título, sino lo que haces con lo que has aprendido a lo largo de tu vida y la manera en como tratas a los demás. La sencillez nos ayuda a descubrir la alegría en las pequeñas cosas, en los detalles de cada día, y así, en lo pequeño, encontrar a Dios.

Señor, queremos escucharte sin prejuicios, responderte con verdad, seguirte con honestidad, amarte sin reservas... con la sencillez del que quiere aprender todo, del que confía en ti que eres el verdadero protagonista de esta historia.
Apartemos de nosotros aquello que impide actuar al Espíritu Santo en nuestra vida, que nos impide “saltar de gozo” ante la Palabra hecha carne, ante el Salvador que viene a nuestro encuentro en cada persona y en cada acontecimiento.

Derrama

Ven Señor Jesús, renuevo de Jesé, derrama en nosotros el espíritu que nos guíe para buscar la sabiduría que nos ayude a vivir bien y lograr la felicidad que no pasa.
Ven Señor Jesús y derrama sobre nosotros tu espíritu para que podamos comprender nuestra historia como plan de Dios Padre.
Ven Señor Jesús y derrama el espíritu de consejo y valentía para poder decidir la vida en cada acontecimiento.
Ven Señor Jesús y derrama en nosotros el espíritu de conocimiento para sentirte cercano y conocer los secretos de tu corazón.
Ven Señor Jesús y derrama sobre nosotros el espíritu de temor del Señor para que el centro de nuestros pensamientos, deseos y proyectos sea la voluntad del Padre. Ven Señor Jesús y derrama sobre nosotros el espíritu con el que revelas el rostro del Padre a los pequeños y a los pobres y que sintamos el gozo de haber sido elegidos para ser de los tuyos.


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