Que no se pierdan


“Que sean uno, como nosotros”

(Jn 17, 11-19)


“El Señor oró por sus discípulos reunidos en torno a Él…
En la plegaria por los discípulos de todos los tiempos, Él nos ha visto también a nosotros y ha rezado por nosotros. Escuchemos lo que pide para los Doce y para los que estamos aquí reunidos:
“Conságralos en la verdad: tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así los envío yo también al mundo. Y por ellos me consagro yo, para que también se consagren ellos en la verdad” (Jn 17,17ss)
El Señor pide nuestra santificación, la santificación en la verdad. Y nos envía para continuar su misma misión”. (Papa Francisco)

Envuelve con amor y ternura todo tu ser.
Contempla también con esa misericordia a los demás y cada acontecimiento de tu vida.
Estamos en un mundo agresivo, a menudo hostil, ruidoso, hiriente.
Pero no somos eso.
Somos hijos de Dios, creados por amor y para amar en una vida plena.

La verdad sólo la tiene Dios. 
Cuando jugamos a ser Dios, la verdad se manipula, tergiversa o distorsiona.
La búsqueda de la verdad, nace de confrontar puntos de vista, abrir a la diversidad, no responder a intereses, razones propias o doctrinas.

El sufrimiento nos hace crecer en hondura.
El dolor asumido y transformado por el amor de Dios, va lentamente destilando vida nueva, renacida, purificada con la gracia que nos transforma y va creando en nuestro corazón la perla fina.

"Nos creaste, Señor, para Ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti".
La increencia e inquietud, las prisas y desazón, el estrés en que vive el hombre de hoy, ¿tendrán algo, o mucho, que ver con las palabras del gran Agustín?
Inquiétate por buscar ese descanso

A nosotros los cristianos nos corresponde ser continuadores de esa misión: de hacer vida el nombre que llevamos: Cristianos, seguidores de Cristo, otros cristos, constructores, príncipes de la paz.

Dejemos de lado lo que nos separa: formas, estereotipos, pequeñeces, tradiciones, 'apellidos'. 
La unidad es por, en y con Él.
Estar unidos es sentirse parte de una comunidad que celebra, transforma, crece y ama.

“Guárdalos en tu nombre.”
Cuidado, protección, solicitud, ternura, preocupación... más que un amigo, parece una madre.

El Espíritu Santo nos permite experimentar la verdadera alegría, la que nace del perdón de los pecados, del descanso en la voluntad del Padre, de poder amar como Él nos amó...





Estoy aquí, delante de ti, Señor, para adorarte.
Tú haces brotar agua fresca hasta de las rocas.
Tú transformas la tierra árida en torrentes de agua.
Tú haces descender la lluvia como una bendición
y la naturaleza florece.
Aquí estoy para pedirte, Señor:
envíame tu Espíritu, que él me enseñe a amar,
a abrir las manos y el corazón a los otros,
a servir con alegría, a sentirme realizado
cuando vea y haga felices a los otros

Comentarios

Entradas populares de este blog

"Señor, enséñame a orar"

Gracias, Señor.

Colaborar con el Señor