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Una fe confiada




“Mujer, qué grande es tu fe: 

que se cumpla lo que deseas” 

(Mt 15,28)  

Dios está impreso en toda la Creación, y en tu propio corazón.
El hombre está hecho a su imagen, somos hijos amados.
Pero Él es el Creador y nosotros sus criaturas.
No intentemos manipularlo ni acomodarlo a nuestros intereses.

Está en los pobres, los enfermos, los excluidos.
En la ternura de las madres, el asombro de los niños.
En los ojos del anciano y la inquietud de los jóvenes.
A Dios se llega por muchos caminos, pero en todos ellos, la oración es vehículo seguro.

Señor, socórreme.
Grito genuino y apasionado.
Grito humilde y desesperado.
Grito del corazón y confiado.
Señor, socórreme.

"Mujer, qué grande es tu fe: 
que se cumpla lo que deseas."

Impresiona ver la pasión y determinación de muchas mujeres por encontrar respuestas ante las graves dificultades.

Sólo hemos de acercarnos, mirarnos con ellas y aprender.
"Una fe confiada en el secreto poder del amor."

¡Qué insistencia la de esta mujer!
Pide, vuelve a pedir, insiste.
Deja una y otra vez que se asome su deseo hondo y se haga presente en sus palabras de fe.  
Procura que tus palabras no vayan más allá de la verdad que hay en tu corazón, pero procura poner tu corazón en lo que le dices a Dios y en lo que dices a los demás.  



Asomo ante ti, Señor, mi corazón, te miro y espero tu compasión.    

Hoy, es la fiesta de Santo Domingo de Guzmán, fundador de los dominicos:
"Con la humildad sí se ganan los corazones"

Santo Domingo de Guzmán no será un santo muy popular, pero es uno de los grandes. 
Apasionado por la Verdad, predicó incansablemente para llevar almas a Cristo.
 Oraba e intercedía por la salvación de los hombres. 
Estudiaba constantemente. 

Hacía penitencia.
O hablaba con Dios o hablaba de Dios a los hombres.
"Contemplata aliis tradere", "contemplar y transmitir lo contemplado", fue la norma de su vida, de la conducta de los frailes dominicos y muy bien podría ser la nuestra.

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