Transfigúrame, Señor.
“Se transfiguró delante de ellos”
(Mt
17,2)
Jesús muestra en el monte a sus discípulos el destino de
los hijos de Dios.
La última palabra la tiene la luz; ante ella, la oscuridad
retrocede avergonzada.
La Luz de Cristo viene sobre nosotros como un amanecer
lleno de promesas.
Sal al encuentro de los hermanos que sufren y pon Su Luz
en sus corazones con palabras de ánimo y esperanza.
Mira el rostro de Jesús iluminado.
Dedica unos
momentos a contemplar la luz en las personas que te rodean.
Andar por la vida deslumbrado y fascinado por Dios, por
su poder compasivo, liberador, creativo, fraterno y luminoso.
Andar deslumbrado por el bien.
Con el sólo anhelo de facilitarle una viva y activa
presencia en esta tierra.
Dejarse deslumbrar y fascinar por el Amor
Pon tu luz en mis ojos, Señor, que no sé andar por los
caminos, si Tú no estás conmigo y me guías.
¡Gracias por tu
luz, Jesús!
¡Gracias por todos los que brillan como Tú!
Transfigúrate y dame luz en los momentos de oscuridad.
Transfigúrate y dame aliento para llegar al final.
Transfigúrate y dame fe cuando pesa la incredulidad.
La Transfiguración del Señor trae consigo un mensaje
programático: debemos escuchar a Jesús.
Escuchar a Jesús es escuchar la palabra del Evangelio,
escuchar lo que Jesús dijo e hizo, escuchar su humanidad, la humanidad que él
ha vivido y compartido con nosotros.
Dame un corazón nuevo.
Invoca a la Virgen María, para que te ayude a escuchar
y seguir siempre al Señor Jesús, hasta la pasión y la cruz, para participar también
en su gloria.
Señor, te damos gracias porque nos miras con amor,
conoces nuestras debilidades y malos momentos,
y nos ofreces siempre la luz de la esperanza.
Ilumina, Señor, nuestras tinieblas,
Tú, que, antes de entregarte a la pasión,
quisiste manifestar en tu cuerpo transfigurado
la gloria de la resurrección futura.
Te pedimos por los cristianos que sufren:
para que, en medio de las dificultades del mundo,
vivan transfigurados por la esperanza de tu victoria.
Te pedimos por todas las personas que sufren,
para que a nadie le falte, Señor, la luz de la esperanza.
Gracias, Señor, por todas las personas,
por todos los momentos y lugares,
por todas las oraciones y celebraciones
que transfiguran nuestro corazón y nuestro rostro,
que nos devuelven la esperanza y la paz,
que dificultades y pecados nos quitan.
Señor, que también nosotros estemos atentos
para descubrir a todas las personas desanimadas,
para compartir con ellas el amor y la esperanza
que cada día Tú nos ofreces a manos llenas.
conoces nuestras debilidades y malos momentos,
y nos ofreces siempre la luz de la esperanza.
Ilumina, Señor, nuestras tinieblas,
Tú, que, antes de entregarte a la pasión,
quisiste manifestar en tu cuerpo transfigurado
la gloria de la resurrección futura.
Te pedimos por los cristianos que sufren:
para que, en medio de las dificultades del mundo,
vivan transfigurados por la esperanza de tu victoria.
Te pedimos por todas las personas que sufren,
para que a nadie le falte, Señor, la luz de la esperanza.
Gracias, Señor, por todas las personas,
por todos los momentos y lugares,
por todas las oraciones y celebraciones
que transfiguran nuestro corazón y nuestro rostro,
que nos devuelven la esperanza y la paz,
que dificultades y pecados nos quitan.
Señor, que también nosotros estemos atentos
para descubrir a todas las personas desanimadas,
para compartir con ellas el amor y la esperanza
que cada día Tú nos ofreces a manos llenas.
Amén.
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