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Hambre y sed




“El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed”
(Jn 6, 24-35).

 Jesús hace una proclamación insólita de vida.
Se presenta como el pan de vida eterna.
Para alcanzar ese pan, hay que creer en él.
Somos plenamente humanos cuando comemos de su pan.
Detrás del pan de Jesús está el Padre como fuente inagotable de vida, está el Espíritu como dador de vida; delante, está una humanidad a la espera de la vida verdadera. 
“Me buscáis... porque comisteis pan hasta saciaros.”
Por el interés, te quiero, Andrés.
Las motivaciones en la vida y en la fe no son nunca puras.

¿Qué me mueve a mí?

Me ha gustado esta bendición de la mesa:
"Señor, bendice estos alimentos que vamos a tomar, y que hemos recibido de tu generosidad. 
Da pan a los que tienen hambre, y hambre de Dios a los que tienen pan."


Que a nadie le falte hambre de tu pan
Que a nadie le falte pan para su hambre.
"Señor, danos siempre de ese pan".

Dicen los expertos que somos lo que comemos.
En la Eucaristía, Dios mismo se hace nuestro alimento.
En el pan y el vino Jesús nos da su propio espíritu para ir poco a poco configurándonos con Él.
Seremos así "otros Cristos".

El fruto purísimo del vientre de María es "el pan del cielo" que domingo a domingo se nos da en alimento.
¡Alimentémonos siempre de Él!







Señor, tenemos hambre y sed...
de amor, de esperanza, de alegría, de entrega...
y Tú nos dices: Yo soy el pan de Vida, Tomad y comed gratis.
La oración en un banquete, la Eucaristía es una fiesta;
servir a los pobres y trabajar en tu viña, un regalo increíble.

Pero ponemos excusas:
somos demasiado jóvenes o demasiado viejos,
tenemos mucho que estudiar o mucho que divertirnos,
el trabajo ocupa todo nuestro tiempo,
hoy no puedo, tengo prisa, quizá mañana.

¿Qué nos pasa, Señor?
Tenemos sed y no bebemos el agua más fresca.
Tenemos hambre y no comemos el pan más tierno.
Tenemos frío y no nos acercamos al fuego que no se apaga.
Nos sentimos solos y no nos dejamos acompañar por Ti.

Señor, te pido que, al menos hoy, no te ponga excusas
y me acerque a Ti, sin miedos, sin reservas, sin prisas.
Que al menos hoy acepte el pan de tu amor y el vino de tu alegría.
Que al menos hoy sepa servir a quien me necesite
Que al menos hoy sepa compartir la alegría de ser tu hijo.

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