Pan y vino




«En verdad os digo que no volveré 
a beber del fruto de la vid 
hasta el día que beba el vino nuevo 
en el reino de Dios» 
(Mc 14, 12-16. 22-26).

Hoy, fiesta del Corpus Christi.
"Tomad. Esto es mi cuerpo. Esta es mi sangre".
Sed vosotros también pan que alimenta y vino que se entrega.

Jesús está presente.
No es sólo un hecho histórico, un hito del pasado que recordamos.
No es tampoco la promesa futura del Reino.
Es presente que se actualiza en cada Eucaristía.
Y está vivo.
Actuando.
Resucitado

Jesús ofreció su vida, su cuerpo y su sangre como alianza nueva de reconciliación entre Dios y el hombre.

Muchos cristianos la siguen ofreciendo hoy, al lado de los pobres, los crucificados de esta época.
Ha vencido el Amor.



Te adoramos y te damos gracias por quedarte con nosotros en un poco de pan y vino.
Eres la fuerza de nuestro andar.






PAN Y VINO
Pan y vino.
Hambre y sed saciados.
Pan y vino.
Trabajo y alegría condensados.
Pan y vino.
Tu cuerpo y sangre entregados.
Pan y vino.
Eternidad en el tiempo dado.
Pan y vino.
Memorial constante del necesitado.
Pan y vino.


También María está, se la presiente
pudorosa como una primavera.
Se la nota en el gesto, en la manera
de Jesús al partir el pan reciente.

Junto al Amor, junto a la Cruz, valiente,
en pie, rota por dentro pero entera,
Madre Consoladora y enfermera,
que ante el dolor ¡qué pronto se la siente!

Que sabiéndole harina de su harina,
Pan de su pan y Amor de sus amores,
María siempre está junto al Sagrario.

Porque es la luz que todo lo ilumina,
el bálsamo de todos los dolores,
la Madre que reparte el pan diario.

José María Fernández Nieto



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