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Despiertos

 


"Estad, 
pues, 
despiertos 
en todo momento"  

(Lc 21,34-36).

Esta es la propuesta, "no se os embote la mente" ni el corazón, que nada nos aparte del camino de seguimiento, de poder descubrir las señales de su voluntad. La mayor parte de las veces esas señales son personas. No podemos estar a otra cosa, todos los sentidos abiertos para Él, para cada señal que nos regale. La señal se convierte en llamada y nuestra vida en respuesta.

El gran peligro que corremos es dejarnos atrapar por el hedonismo, el consumismo y la vorágine de este mundo. Perder la perspectiva de nuestra existencia y reducirla al aquí y ahora. Vivir muriendo, adormecidos y satisfechos por una felicidad efímera que engaña.

El futuro no es para los dormidos. Sin embargo, nuestra cultura occidental nos anestesia con cosas superfluas e intrascendentes. Vivir supone, hoy más que nunca, salir de todo letargo para hacernos cargo de lo que verdaderamente importa. La fe auténtica no permite vivir dormidos.


Es necesario dormir y descansar y despertar y vivir. Pero si nos pasamos la vida dormidos, nos perdemos el milagro diario de la vida. El milagro de que nuestra vida funcione, se entregue, reciba muestras diarias de amor. Que la vida asombre y se convierta en experiencia gozosa. También estar despiertos para admirar la vida de otros. Como se esfuerzan diariamente por convertirse en regalo para otros. Acoger también las cruces que diariamente sobrevuelan nuestras vidas.

Señor, Tú me enseñas que quien tiene esperanza vive de manera distinta, 
porque no hay sombra que pueda oscurecer la luz de tu amor. 
Ayúdame a confiar cuando se presente la angustia o la tristeza. 
Dame la fuerza para realizar la misión que has querido encomendarme.
Señor,  concédeme un corazón vigilante  y sereno para reconocer tu presencia y permanecer fiel a tu voluntad.
 
Señor,  ayúdame a estar siempre vigilante  y a no permitir que las preocupaciones y los vicios endurezcan mi corazón. Aparta de mí el temor y la duda. 
Fortalece mi espíritu con la oración y la vi­gilancia, 
para estar preparado para tu venida. 
 
 
¡Ven, Espíritu Santo! 
Ora en mi interior. 
Mantén despierta mi fe. 
Alienta mi esperanza. 
Aviva la llama de mi amor. 
Hazme generoso en la entrega a los demás.

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