MÍrame

 


"No he venido a llamar a justos, 
sino a pecadores." 
(Mc 2,13-17).

Son muchos los que siguen pensando en un cristianismo para personas intachables... pero se equivocan. Jesús, el Hijo de Dios, vino al mundo no para condenar al mundo sino para que todos se salven por él. Es capaz de todo, hasta dar la vida, por tender la mano a los pecadores.

Mírame y dejaré mi vida en tus manos.
Llámame y celebraré tu don con mis hermanos

«¿Por qué come con publicanos y pecadores?», muy sencillo porque los quiere, porque nos quiere a todos, porque son los más necesitados de sentido, compañía, apoyo, perdón, misericordia, comprensión. Todos es todos. Su palabra es para todos. Él, la Palabra, es para todos, con todos, de todos. Con todos tiene una relación y para todos tiene una propuesta, come con todos.


"No he venido a llamar a justos, sino a pecadores."
Sentirnos llamados no es un motivo de orgullo. Es una necesidad. Nos llama Dios para que nuestra vida no se atrofie, ni se arruine, extraviada entre tantas posibilidades. Su llamada es el grito a cada corazón de que despierte al gran valor que tiene. Dios nos ve tesoro, nos ve suyos, capaces de expresar la misma vida y amor que Dios. Mientras haya una vida que ignore su valor y su grandeza, Dios seguirá llamando. Especialmente a los rotos y a los pecadores.

Sígueme.
Deja atrás todo lo que te atrapa.
Suelta todas tus amarras y comienza a navegar en libertad.
Sígueme.
No te preocupes si me fallaste o si me fallarás.
Esa es la arcilla con la que haré milagros de amor.
Sígueme.
Deja tus redes, tus apegos, tus cadenas.
Quema los arados que te hacen mirar atrás.
Tenemos un camino muy bello por delante.
Un camino de entrega, de servicio, de alegría.
Confía en mí.
Tan solo, sígueme.


(Fermín Negre)

Comentarios

Entradas populares de este blog

"Señor, enséñame a orar"

Gracias, Señor.

¿Quién es este?