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ELIGIÓ

 

“Jesús fue llamando a los que él quiso 
para enviarlos a predicar.” 
 (Mc 3,13-19).

Nos sorprende la elección que hace Jesús. Los primeros discípulos no fueron grandes personajes, todos tenían sus debilidades y desaciertos, sin embargo Jesús los llama para formar su primera comunidad. Jesús es el que nos llama para estar con Él y participar de su misión. Su amor nos va identificando con Él y disponiendo para ser discípulos misioneros.

Señor, dame vocación de discípulo y ser servidor de todos. 
Hazme un instrumento de tu amor, una diminuta gota de tu ternura.


«Llamó a los que quiso y se fueron con él»
Es bueno recordar que vamos hacia él porque nos llama primero y al mirarlo a los ojos ya no podemos hacer otra cosa que seguirlo. La vida se llena de la luz al saber que él nos elige, no por nuestras buenas obras, sino por su amor.

Jesús llama al seguimiento, al discipulado, y llama a los que quiere. La vocación siempre parte de un acto de voluntad. El Señor siempre llama a los que quiere, entiéndase a éstos, no como fruto de la arbitrariedad o el capricho sino porque primero los amó. Por eso lo siguieron.


Jesús llama a los que quiso. Su criterio no está sujeto a estándares, perfiles de competencia o afinidades por gustos, apetencias o complacencias. Llama porque ama. Sin condiciones, sin perfeccionismo. Con la confianza en la imperfección para un seguimiento radical.

La iniciativa siempre es suya, descubrir esto nos hace crecer en humildad, en descubrir que sin Él somos poca cosa. Tenemos que estar muy atentos a lo que Él sigue proponiendo en la Palabra, en los signos de los tiempos, en el hermano que se acerca. Sentirse elegido y llamado es sentirse valorado, querido y enviado por lo que uno es y cómo es. La iniciativa siempre es del que llama.


"Para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar."
Para esto nos llamas, para "estar" contigo, compartiéndolo todo. Como María la hermana de Lázaro. Y para anunciar buenas noticias, que lo sean para todo el pueblo. En medio de las malas noticias que invaden cada día los medios, se nos invita a ser cronistas de la esperanza. Cada día en el corazón de las buenas gentes hay miles de detalles de amor. Generosidad a espuertas, palabras y gestos que ayudan y sostienen. Profesionales que hacen avanzar. Arte y belleza que envuelve todo.

Jesús, ésta es hoy mi oración:
Gracias por mi comunidad de fe.
Aunque no sea perfecta,
¡estoy recibiendo tanto de ella!
¡Tengo tanto que agradecerle!
En ella te estoy descubriendo,
en ella estoy aprendiendo a amarte y a seguirte.
Desde ella escucho tu Buena Noticia,
desde ella recibo el pan necesario para el camino.
Cuando me canso, me deja su palabra de ánimo,
cuando me caigo, me entrega tu perdón.
Cuando me siento débil, ella me fortalece,
cuando me duermo, ella me despierta.
Que seamos un rincón cálido,
un lugar donde nos queramos y respetemos,
un espacio donde vivamos como hermanos,
donde, unidos, nos esforcemos por tu Reino.
Y te ruego algo más,
con la fuerza de que soy capaz.
Que mi comunidad no luche por sí y por su causa.
Se empeñe, más bien, en Ti y en tu causa.
Que no destaquemos por hacer muchas cosas,
por ser muchos e importantes.
Que nos conozcan, Señor, por vibrar y soñar
con lo que tú vibraste y soñaste.
Jesús, te doy gracias
y te pido por mi Comunidad.
Ella es el camino,
Tú, la meta y el horizonte. 
Amén.
 

 

 

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