Responsables los unos de los otros.


 
“Si tu hermano peca contra ti, 
repréndelo estando los dos a solas. 
Si te hace caso, has salvado a tu hermano” 
(Mt 18,15-20).

Los que compartimos un mismo Padre, tenemos la misma dignidad, algo que nos une desde siempre, compartimos destino, familia. El otro es mi hermano. ¿Le cuido y perdono? ¿Le ayudo? ¿Le amo? La fraternidad es el gran proyecto de Dios para nosotros.

La corrección fraterna es la manera cómo ayudamos al prójimo a reconducir el camino. Es también la que me ayuda a retomar el Evangelio como guía de mi vida después de ser corregido con amor por el otro. La corrección fraterna es un diálogo entre hermanos. Me acerco al hermano, hablo y propongo, busco ayuda, nos sentamos a su lado, corregimos la vida, buscamos la manera de iniciar la conversión.

El pecado del hermano no nos es indiferente. Rompe, daña y crea sufrimiento a él y a la comunidad. La corrección precisa de honestidad, respeto y cariño. Decir buscando el cambio, sin imposiciones ni concesiones .Queriendo su crecimiento personal, social y afectivo.

Confrontar a los hermanos con el Evangelio es una señal de amor. La confrontación solo es fecunda si se hace desde el respeto profundo a la persona y desde el deseo de ayudar. ¿Corriges alguna vez a los que hacen el camino cristiano contigo? ¿Te dejas corregir por ellos?

Sondéame, Señor, y conoce mi corazón.
Mira si mi camino se desvía.
Guíame por el camino recto.


"Si dos de vosotros os ponéis de acuerdo en la tierra para pedir algo, os lo dará mi Padre del cielo. Porque donde dos o tres estéis reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de vosotros".
 Ponernos de acuerdo, tener comunión de intenciones, mirar en la misma dirección, es todo un reto y un ejercicio de fe. Que la otra persona capte mi atención es un milagro. No vemos más a Jesús porque no miramos más al que tenemos cercanos. Tan centrados en nosotros, en lo que vivimos, la realidad que vive el otro, se vuelve invisible. Por eso ponernos de acuerdo, pedir algo juntos, es presencia real de Dios.

 

Señor Dios
ayúdanos a trabajar en comunidad.
Que cada uno aprenda a poner en común,
esa parte de verdad y de bien
que todos poseemos.
Que no haya egoísmos.
Danos valor y comprensión.
Que nunca callemos
cuando debamos hablar
y que nunca digamos
ni un sola palabra de más
cuando tenemos que callar.
Te pedimos constancia y entusiasmo,
ganas de participar y fuerzas para hacerlo.
Que nos queme el fuego del servicio,
los deseos de salir de adentro nuestro
para correr hacia Ti que estás en los otros,
en el hermano que pasa a nuestro lado.
Que sepamos servir con alegría
porque ser alegres nos llena de vida
y sabemos que a tu lado, es posible.
Amén.

 

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