¡Seamos trigo!

 


"El reino de los cielos se parece a un hombre 
que sembró buena semilla en su campo" 
 (Mt 13, 24-30)

No se puede atribuir al sembrador la mala hierba. Él sólo siembra la buena semilla en el campo. Es verdad que junto al buen trigo pronto empieza a crecer la mala hierba, pero será el enemigo quien lo siembra porque de la mano del buen sembrador no cabe esperar las malas hierbas.


“Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde sale la cizaña?”.
Esa pregunta atraviesa toda la historia de la humanidad. ¿De dónde sale el mal y el sufrimiento en el mundo? Si Dios ha hecho todas las cosas buenas, ¿Por qué hay dolor, muerte y desgracias? La respuesta no puede ser rápida ni teórica. Es un "misterio" que solo se ilumina con la vida de Jesús. Él nos invita a vivir abrazando la cruz, no huyendo de ella. Convertir el mal en ocasión de sacar más amor. No maldigas las tinieblas, enciende una luz.

La paciencia y el amor de Dios están siempre presentes en el mundo y en cada uno. Dios ve lo malo que hay en las personas, pero su corazón es respetuoso y no arranca la cizaña. Une tus deseos de justicia con el evangelio de la misericordia. No dejes que la verdad sin amor te haga duro de corazón.

Dame tus ojos, Señor,
para ver el mundo 
como Tú lo ves.
Dame tu corazón, Señor,
para amar a las gentes 
como Tú las amas.

No es fácil separar el trigo de la cizaña. Conviven juntos no solo en el exterior, sino dentro de nosotros mismos .Conocernos para atar las gavillas del mal y quemarlas. Que no se acumulen en nuestro granero interior. Y en lo exterior practicar el discernimiento.


En realidad, en todos hay algo de trigo, y algo de cizaña. Sigamos sembrando la buena semilla en nosotros mismos y alrededor, - Los tiempos de la buena cosecha, están escritos en la palma de la mano de Dios -. Ora et labora

Nuestro testimonio será más fuerte que su presencia, nuestro fruto más atractivo que su maldad, nuestra entrega más transformadora que su propuesta. Al lado del mal, de lo que hace daño al hombre, están los frutos del Evangelio que lo valoran, lo engrandecen y cuidan, no dejemos que nos pueda, somos mejores y somos más. Nuestro testimonio será más atractivo que su maldad.

 Señor, todo lo espero de ti, confío total y exclusivamente en ti:
confío en la inmensidad de tu bondad, poder y sabiduría.
Nada me hará temer: frente a los enemigos más poderosos,
frente a los más grandes males, frente a los infortunios más graves,
estaré seguro de ti, confiaré totalmente en ti.
Cuanto mayor sea el apremio, cuanto mayor sea el peligro,
tanto más esperaré todo de ti; y si no viera tu mano providente,
más y más confiaré en ti, me aferraré a la seguridad
de que tu amor por mí es incalculable, ilimitado…
Inflámame en tu amor para que me confunda contigo,
que eres el Amor mismo: purifica mi miseria
y quema todas mis impurezas con ese Amor ardiente,
para que ya no tenga apegos por las criaturas
y te ame exclusivamente a ti, el Creador.
Así te amaré como tú mereces ser amado y viviré buscando
únicamente tu Reino de Amor, de paz y de alegría,
despreocupado de todo lo demás…
Señor, creo en ti, pero aumenta mi Fe.
Señor, lo espero todo de ti, pero aumenta mi Esperanza.
Señor, te amo, pero aumenta mi Caridad.


 

 

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