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El Corazón de Dios

 




Si comprendierais lo que significa 
“quiero misericordia 
y no sacrificio”. 
(Mt 12,1-8).

Si comprendiéramos lo corta que es la vida y la cantidad de preocupaciones relativas que nos roban lo esencial, convertiríamos nuestro corazón y renovaríamos nuestra mente. Nos preocupamos de demasiadas cosas que nos agobian y olvidamos la única necesaria. Pero podemos hoy elegir lo que nadie nos puede quitar. La mirada agradecida al cielo por el Dios que nos lo da todo, y la mirada sincera a los ojos de los demás que nos recuerdan que no andamos solos. Que nos necesitamos.


En ocasiones olvidamos que el cumplimiento vacío de las normas nos lleva a no recordar que la ley está hecha para el bien de las personas. Por ello, nuestro actuar nos debe acercar a la vida que da el ser fieles con obras.

Dios es Amor y te regala su infinito amor. Al encuentro de toda debilidad sale la misericordia entrañable de nuestro Dios. Dedica hoy algo de tu tiempo a contemplar el Corazón abierto de Dios y aprenderás los caminos de la misericordia. Confíate a María.

A veces lleno de cosas mi vida, pero Tú una y otra vez me pides que mire con ternura a mis hermanos. 


 

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SAN JOSÉ

Salve, José, amante y tierno padre. Salve, guardián de nuestro Redentor. Esposo fiel de tu bendita Madre y salvador del mismo Salvador. Al buen Jesús pudiste ver sin velo y sobre ti sus miembros reclinó. Al Hacedor de tierra, mar y cielo con cuánto amor le besas y te besó. ¡Oh, qué feliz el nombre de Hijo que dabas! Ninguno fue por Dios tan encumbrado como tú, José. ¡Oh, fiel guardián de nuestro Redentor! Dichoso aquél, José, que tú proteges y el que con fe te invoca en la aflicción, jamás, jamás lo dejas sin amparo y protección. ¡Oh, San José, amante y tierno padre, santo sin par y espejo de virtud! Haznos amar a la divina Virgen y a nuestro Dios y Salvador. “Protege, oh bienaventurado José, protégenos en nuestras tribulaciones. Defiéndenos de las asechanzas del demonio, protégenos con tu patrocinio, y ayúdanos y sostennos con tu auxilio para que podamos santamente vivir, piadosamente morir y alcanzar en los cielos la eterna bienaventuranza”. (León XIII)

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El titulo de esta entrada me la ha do el Papa Francisco esta mañana en su tuit  @ Pontifex_es Termina un año y estamos a punto de comenzar uno nuevo. Se cierra un libro y empieza un nuevo libro con las paginas en blanco. Hoy es un buen momento para hacer balance del año, pedir perdón, dar gracias y pedir ayuda.  En el año que termina ha habido de todo, pero la certeza del amor de Dios ha estado conmigo todos los días. Su ternura la he sentido muchas veces, y muchas veces su mano me ha levantado. Gracias, Señor porque no termino el año sólo y el nuevo lo puedo empezar contigo. Por eso yo no le pido nada al 2015, yo se lo pido a Dios. En tus manos Señor pongo mi vida en este nuevo año 2015

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