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¡ Ay de ti!

 

"En aquel tiempo, se puso Jesús a recriminar a las ciudades 
donde había hecho la mayor parte de sus milagros, 
porque no se habían convertido." 
(Mt 11,20-24).

En las ciudades del lago, donde más ha trabajado Jesús, hay más cerrazón a su mensaje. ¿Pasa lo mismo en tu vida? ¿Qué has hecho con la luz? Jesús te invita a recordar lo que has ido recibiendo como don a lo largo de tu vida. Ojalá brote en ti de nuevo el deseo de acoger el amor en las profundidades de tu alma.  

Nos cuesta reconocer a Jesús en el reproche, pero a veces es necesario. Tenemos asociado el amor al cariño y a la ternura. Pero cuanto se agradecen las palabras que nos despiertan, que nos enseñan, que nos corrigen. A veces el "buenismo" nos quita el impulso por cambiar y crecer. Hoy demos gracias a Dios y a las personas que se juegan su amistad, por su deseo de que abramos los ojos a aquello que no vemos.


«Ay de ti, Corozain, ay de ti, Betsaida»
No nos cansemos de decir que desde la libertad cada uno elige creer en Dios o rechazarlo. Y esa libertad de rechazo no impide a los creyentes avanzar, pero un grito de pena sí sale de la boca del mismo Dios por ese rechazo a la vida.

 Cafarnaún era una ciudad ribereña del lago de Genesaret. Era próspera, por su comercio y posición privilegiada como cruce entre dos entradas que unían Anatolia con Arabia y Persia con Egipto. Todo hacía suponer su prometedor futuro. Pero Jesús ve su declive y destrucción.


Hoy es la Virgen del Carmen. María es puerta abierta para encontrarnos con Jesús. María es buena noticia para todos los que hemos hecho de la búsqueda de Dios un proyecto de vida, ella nos dice que sólo hay que responder ‘hágase’ para encontrarle para siempre.  Ella es Hermana y Madre nuestra, dejemos que nos abrace.

Pide a María que encienda en ti la llama del amor.
Virgen del Carmen bella, Madre del Salvador.
 De tus amantes hijos oye el cantar de amor.
Dios te salve, María, del Carmen bella flor,
Estrella que nos guías hacia el sol del Señor.
Junto a ti nos reúnes, nos llamas con tu voz.
Quieres formar de todos un pueblo para Dios.

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