¿Qué quieres?

 


"¿Qué quieres que haga por ti?"
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 (Lc 18,35-43)

Un ciego sentado al borde el camino. Al límite de la exclusión. Al borde de la marginación. Su vida es oscura. La luz su deseo. El oído no le falla, y grita con fuerza. Pide compasión, y encuentra una pregunta: ¿Qué quieres? Él quiere ver. Mirar de una manera nueva.

"Ten compasión de mí" El ciego grita con fuerza que lo necesita, que necesita que se pare, que lo mire, que lo cure. No quiere más pena ni más limosna, quiere compromiso, cercanía, ser escuchado, compasión. El ciego sabe bien a quién se lo está pidiendo. La compasión es relación, es tocar, curar, es implicación, es pararse y cambiar el camino que uno ha emprendido por el hecho que el hermano te lo pide.

«¿Qué quieres que haga por ti?» Dos cosas nos dicen hoy: no se trata sólo de pedir, sino de atrevernos a entablar un diálogo con él y que de ese diálogo surja lo que necesitamos para que nuestra vida tenga la dignidad suficiente, donde la tibieza desaparezca y surja la luz.


«¿Qué quieres que haga por ti?»
Jesús pregunta antes de intervenir en nuestras vidas. No se impone, no avasalla. Es profundamente respetuoso con nuestra libertad. Parece obvio que un ciego pida recobrar la vista. Cómo sería lógico que nosotros le pidamos poder amar más, confiar más, disfrutar más de cada regalo que nos da. Pero a veces lo evidente no es tan común. Por eso hoy podemos preguntarnos cuales son nuestros deseos y anhelos profundos. Lo de verdad. Y estemos seguros que Jesús nos va a colaborar en esa dirección. "Señor, que vea otra vez". No hay peor ciego que aquel que no quiere ver. Pídele a Dios que te ayude a ver más allá de tu nariz... Levántate, descubre y vive...

Es urgente en nuestros días recobrar la vista: hemos perdido campo visual, enfoque, perspectiva...


Con todo, más que la curación obrada por Jesús, sorprenden sus palabras: "tu fe te ha salvado". Es la fe la que nos ofrece una nueva mirada sobre la realidad: ver de otra manera.

Hay videntes que no ven, y hay ciegos que ven, Bartimeo veía más que todos los fariseos juntos La prueba está en las palabras que le dedica Jesús: "Recobra la vista, tu fe te ha salvado" ¡Que llegue a ver con mis ojos a quien ahora veo por la fe!

Ven a sanarme, que vea, 
Señor, cura mis heridas.
Señor, que veamos.
Ten compasión de nosotros.
Que veamos con tu misma mirada de misericordia.
Que veamos a los hermanos ignorados y excluidos.
Que seamos conscientes de todo lo que nos ciega 
y no nos deja vivir en la verdad.
Aumenta mi fe para ser capaz de experimentar tu amor 
en las dificultades y pruebas.
 

 


 

 

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