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"Apóstol de los apóstoles"

 


"Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?"
 
(Jn 20, 1-2. 11-18)

María de Magdala, reconocida como "apóstol de los apóstoles" y "primera heraldo de la resurrección", se convierte para todo creyente en el recuerdo de la esencia misma del discipulado: buscar siempre sin suponer jamás que se ha encontrado de una vez por todas.

Celebramos la fiesta de María Magdalena, discípula del Señor, llamada así por ser originaria de Magdala. Fue seguidora de Jesucristo, quien la escogió para ser testigo de su resurrección, incluso, antes que los apóstoles. Recibió el encargo de testimoniar su victoria sobre la muerte.

Y como dice Benedicto XVI: "Discípulo de Cristo es quien, en la experiencia de la debilidad humana, ha tenido la humildad de pedirle ayuda, ha sido curado por él, y le ha seguido de cerca, convirtiéndose en testigo de la potencia de su amor misericordioso" Benedicto XVI

María Magdalena tiene un deseo: buscar a su Maestro. Y el que busca ama. Y aunque su amor debe madurar en el encuentro con este rostro inesperado, es sin embargo amor verdadero: se siente completamente involucrada en él, siente que su vida está vacía sin la presencia de Cristo.

El diálogo de Jesús con María Magdalena es profundamente pedagógico. María se ha quedado atrapada en el sepulcro. La tristeza la tiene perdida. Se encontrará con el amor de su alma cuando escuche un ¡María! que aleja sus miedos y da sentido de Vida.

Lo pensamos ausente de nuestra vida, de nuestra sociedad, de la iglesia. Pero Él está con nosotros. Volteémonos con lágrimas en los ojos y volteémonos cuando lo oigamos llamarnos por nuestro nombre y mostremos nuestra sorpresa y nuestra fe reconociéndolo e invocándolo: "Rabboni".

«He visto al Señor», Va al sepulcro, sabe que eso no la va a consolar. Y de repente... un nuevo encuentro, de nuevo su vida cambia, de nuevo se llena de luz, de nuevo comienza a vivir y ser con Él. Es un encuentro personal, la llama por su nombre. La relación no es lejana, es cercana, Cristo la conoce bien. Ella cambia su miedo y su llanto por la esperanza y el testimonio, "he visto al Señor".

Incluso aquellos que han conocido bien a Jesús encuentran difícil reconocerlo. ¿Cuántas veces se nos ha mostrado y hemos seguido mirando hacia otro lado? Jesús, llámanos por nuestro nombre como hiciste con la Magdalena, porque mirando Tu Rostro decimos: "¡He visto al Señor!"

El camino de María Magdalena va del llanto a la carrera testimonial. En la intimidad de lo que sucede frente al sepulcro vacío, la Magdalena se vuelve capaz de aportar una palabra: «...y lo que él le había dicho»- no se contenta con informar sino que se convierte en testigo.

 

Señor Dios nuestro:
María Magdalena buscó a tu Hijo Jesús
con la afán de una persona
que le amaba profundamente
y que temía haberle perdido.
Cuando ella le hubo reconocido,
Jesús la hizo testigo de su resurrección.
Señor Dios, ayúdanos a descubrir
la presencia de tu Hijo
en la gente que nos rodea
y que ellos, a su vez, reconozcan
que Jesucristo vive en nosotros.
Danos la firme convicción
de que él está vivo
entre nosotros y en nosotros.
Haz que la gente pueda reconocer
que es sólo él
quien da sentido pleno a nuestras vidas.
Oh Dios, haz que, como María Magdalena,
sepamos dar testimonio entusiasta
de que Jesucristo, tu Hijo, resucitó y vive hoy.
Queremos que nuestras vidas
reflejen el amor y la alegría que él nos trajo,
hasta que entremos en la alegría de tu reino.
Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. 

 

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