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La piedra


«¿Que hará el dueño de la viña?»
 
(Mc12,1-12)

Jesús pone una parábola para explicar lo que la razón lógica no es capaz de comprender. No es fácil entender, y menos aceptar, que somos labradores en una viña que no es nuestra. Cuando nos hacemos dueños, matamos a los enviados de Dios y a Dios mismo.

Si el Evangelio no nos incomoda, no nos desestabiliza y no nos hiere es porque no lo leemos como si estuviera dirigido a nosotros personalmente. Líbranos de la tentación de pensar que siempre son los demás los que tienen que cambiar.

Parece recurrente esta paradógica circunstancia en la historia humana: los supuestos entendidos, los arquitectos, despreciaron a quien es decisivo en el futuro de nuestras vidas. Y así seguimos: sólo los humildes captan el valor auténtico del enviado de Dios y de su salvación.

«¿Que hará el dueño de la viña?» Su actuación estará en función de nuestra respuesta. Cuando nos negamos a escucharlo, cuando elegimos otros diosecillos que se mueven por lo que nos gusta y olvidamos la verdad, el hará que sea nuestro corazón obstinado el que responda ante Dios.


"La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente."
Cuántas veces nos hemos sentido apartados y rechazados. Los demás no han reconocido nuestro valor y nosotros mismos tampoco. Es ahí, cuando más solos nos hemos sentido, que aparece Jesús. Y sin juzgar, ni sentenciar ha sabido ver nuestro valor y lo ha potenciado. Es un milagro tan patente el sentirnos amados de una manera tan incondicional.

Dejémonos guiar con docilidad por el Espíritu, para no equivocarnos de camino y no caer en la cerrazón del corazón. Es el Espíritu Santo quien construye la Iglesia y consolida su unidad teniendo como base la piedra angular que es Jesús. (Francisco).

 

Piedra angular, tierra fértil,
nuestro cimiento.
Ese eres tú.

Roca fuerte que nos protege;
en Ti se levantan,
seguras,
nuestras ilusiones,
proyectos, anhelos.
En Ti se gesta nuestro amor.

Suelo firme en el que caminamos,
entrelazando los brazos
y compartiendo la marcha
con otros caminantes,
amigos, hermanos;
con otros peregrinos,
heridos, cansados;
con otros testigos,
que hablan de Ti.

Piedra viva con la que se construyen
casas abiertas,
templos humanos de amor y misericordia,
bienaventuranzas
y milagros cotidianos.

Piedra angular, tierra fértil,
nuestro cimiento,
Jesús.


José Mª Rodríguez Olaizola, sj


 

 

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