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Buenas razones

 


«Intentaron detenerlo, 
pero se les escabulló de las manos»
(Jn 10,31-42)

No podemos vivir nuestra fe a nuestro antojo, según nuestras normas. Acoge a Jesús plenamente. ¡Síguele!

"Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis, pero si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras." La fe no es abstracta ni un espejismo, se concreta en las obras. Vivimos y actuamos según lo que creemos y priorizamos. Por eso creer en Dios que es amor, se traduce en una persona que ama mucho, que no juzga, que no hiere. Nuestra fe no se contagia por argumentos y explicaciones solo, sino con el testimonio que traduce en obras lo que creemos por la fe.


 
"Creed a las obras". Pero no miran lo que Él ha hecho, sino lo que ellos creían que debía hacer, que debía decir. Una y otra vez van a su esquema preestablecido y no al encuentro personal con Él.  Son obras que hablan de Alguien diferente, de Alguien que viene de Dios, de Alguien que es Dios. Dios no se puede manejar, Dios se acerca a nuestra vida y nos abraza... la iniciativa es de Él, el privilegio del encuentro nuestro.

"El Padre está en mí, y yo en el Padre" No hay palabras para definir su capacidad de Jesús de amarnos hasta el extremo de dar su vida para redimir a toda la humanidad.


«Soy Hijo de Dios»
Hoy nos recuerda Jesús que la mayor acusación que deberían hacernos en la vida es la de reconocer lo que somos. Amados por el Padre, cumplidores de su voluntad y llenos de la misericordia que un Padre tiene hacia sus hijos, y eso nos lleva a mostrarlo.

El deseo de los judíos de apedrear a Jesús no está movido por sus actos, sino por sus palabras. Creer en sus obras ayuda a comprender y conocer quién es él. Quedar atrapados en ideas y mentalidades, es impedimento para acogerlo. Las obras son las buenas razones.

Ser testigos del Evangelio es antes que nada una gracia que se nos concede. Dios cuenta con nosotros, nos ha elegido para dar a conocer en medio del mundo la misericordia que tiene con sus hijos. El Espíritu Santo nos hace capaces de dar testimonio de Jesucristo a través de toda nuestra vida.

Hoy necesitamos testigos en este mundo de «increencia» y frialdad religiosa. Necesitamos testigos que hablen de amor y lo vivan en el compromiso y en la entrega. Necesitamos personas que pongan sus manos al servicio de los más pequeños, que nos hablen de amor desde la experiencia del perdón.

Seamos testigos y hablemos de que sí es posible la FIDELIDAD y la CONSTANCIA, aun en medio de las pruebas; que sí se puede compaginar la alegría con la austeridad, con la sencillez, con el esfuerzo, el sacrificio e incluso las dificultades.

Hoy, Viernes de Dolores: Acompáñanos, María, en nuestro dolor para que podamos acompañar a nuestros hermanos que sufren, igual que tú estuviste al pie de la Cruz...

Tu vida, Jesús, estuvo llena de peligros. 
Pero tú, amado por el Padre y animado por el Espíritu, 
fuiste siempre fiel. 
Hoy, no me tiran piedras cuando intento vivir tu Evangelio, 
pero son muchas las presiones desde dentro y desde fuera. 
Es difícil serte fiel, Jesús. 
En tu Palabra encuentro fuerza.
 

 

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