Que hable....

 

 

"En medio de vosotros hay uno que no conocéis."
(Jn1,19-28)

Hay un tesoro escondido en medio de nuestra vida. La presencia callada y discreta del "Dios con nosotros". Cuando lo descubrimos y reconocemos la vida nos cambia. Hay un impulso interior que nos lanza a decir sí, a ir, a buscar, a compartir. Todo depende de la limpieza y de la dirección de nuestra mirada. Los limpios de corazón lo descubren. El encuentro con los demás lo confirman. Encontremos hoy al que nos da la Vida.

El precursor anuncia la presencia del Salvador, anuncio que llega, con toda su fuerza, a nosotros: Presencia inadvertida, presencia que muchos desconocen. Presencia que tenemos que anunciar y testimoniar. Es cuestión de vida o muerte; pero muchos prefieren vivir en la ignorancia.

Juan Bautista sabe quién es y conoce la misión que tiene encomendada, vive desde la autenticidad. Él es el precursor, que no se arroga nada para sí y su misión es preparar los caminos al Mesías, pidiendo conversión, cambio de las actitudes equivocadas.

El importante es Él. Lo que hacemos, proponemos y somos es por Él, para que su mensaje llegue a cada corazón, que sea conocido y otros muchos puedan responder.  Solo Él el verdadero protagonista, no nuestro hacer o nuestras obras.

Es a Él quien deben mostrar, anunciar y hacer presente nuestras obras

Como bautizado, como hijo de Dios, como sacerdote, profeta y rey, estoy llamado a gritar, aunque sea en el desierto. Soy y debo ser voz que grita, que anima, que prepara el camino para que Jesús pueda hacerse vida en los hermanos. Voz que hable de Dios.

Que no calle, Señor, que no me quede mudo,  que sea valiente para hablar de ti, para llevarte en mi corazón y en mis labios, 
para decir que tú eres el sentido y la razón de mi vivir.

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