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Hasta el final

 


"Yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente 
ni contradecir 
ningún adversario vuestro." 
 (Lc 21,19-21)

Las persecuciones, la cárcel, las comparecencias ante las autoridades, son ocasión para dar testimonio. En medio de las dificultades, los conflictos, el odio, la confianza en una palabra y una sabiduría que no se puede contradecir. Perseverar porque Dios no falla.

En tiempos de prueba como los presentes, la perseverancia es un valor en alza. Cuando parece que todo es endeble, licuado y light, lo que perdura en su radicalidad se cotiza de forma significativa. El Señor estima que sólo el perseverar puede salvarnos, puede mantenernos en Él. 


"Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas"
Perseverar es seguir rezando cuando no sientes nada y parece que no hay nadie al otro lado. Es seguir cumpliendo la voluntad de Dios aunque ya no te apetezca. Es levantarte para rezar en vez de seguir durmiendo. Perseverar en lo crees, sabiendo que existen las dificultades. Perseverar a pesar del fracaso y del cansancio. Perseverar en el amor, en el servicio, en la fidelidad a los otros. Una clave de vida

Te confío mi vida, con todo el amor de que soy capaz.
Dame tu sabiduría para conocer y amar tu voluntad.

Jesús es la Palabra hecha carne, y nos regala su propia vida. Nos da palabras y sabiduría, nos da su amor y su presencia. La verdad no necesita ser defendida. Jesús frente a Pilato no se defiende, ni negocia su condena. Sabe que la verdad nos hace libres y solo viviendo confiando y abandonado en la providencia encontramos la alegría de vivir.

Una vez que le hemos conocido, que hemos podido conocerle, que nos hemos enamorado de Él... estamos llamados a ser testigos.  Conocerle conduce a anunciarle y esto a dar la vida por Él.

Ver nuevas todas las cosas en Cristo

No es novedad el amor,
–porque es eterno–.
No es insólito llamarte
en nuestros sueños,
ni es sorpresa descubrir
que nos esperas.
No es la justicia un reclamo
que oigamos por vez primera.

El perdón no es imposible,
ni seguirte una quimera.
Pero a la vez, todo es nuevo:
el amor y los anhelos
nuestros sueños
y tu espera.
Nuevo el grito de justicia,
nuevo el perdón y la senda
por la que seguir tus pasos,
en la que alzar tu bandera.
Cuando Tú, pobre y humilde,
nos lo muestres con tus ojos,
al fin veremos tu Reino
y habitaremos tu tierra.


(José María R. Olaizola, sj)

 

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