Mucho por hacer

 



“Le ayudaban con sus bienes”
 
Lc 8,1-3 

Hoy en el Evangelio se recoge el nombre de tres mujeres que acompañaban a Jesús. Tres discípulas que, junto con los apóstoles caminaban con Él. Mujeres fieles hasta la cruz. Mujeres importantes en la primera comunidad como testigos de Jesucristo. Tres mujeres le sirven con sus bienes. Una generosidad que hará posible el anuncio y la proclamación de la Buena Noticia. El soporte económico es necesario para que la misión sea posible. No se debe invisibilizar.


"En aquel tiempo, Jesús iba caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo, predicando la Buena Noticia del Reino de Dios". El evangelista San Lucas presenta a Jesús como evangelizador itinerante, como maestro que saca de los discípulos que le siguen, la experiencia gozosa de la misericordia de Dios. Jesús es un peregrino que visita con alegría todos los lugares. Jesús va siempre al encuentro. No espera. Se adelanta y se ofrece. Tiene prisa por sembrar el gozo en los surcos del mundo. Necesitamos fijarnos en Él si queremos evangelizar de verdad. Y hoy lo sigue haciendo a través de nuestras vidas. El Evangelio sigue vivo en cada persona que opta por hacer de su vida una entrega de amor. Anunciar el Evangelio es predicarlo, pero sobre todo vivirlo. Cada día hombres y mujeres recorremos lugares animados por la fe compartiendo alegrías y esperanzas. Vive tu fe con alegría. La tristeza quita las fuerzas, esconde el rostro de Dios a los ojos de las gentes. Haz lo que puedas por disminuir la tristeza de los demás.

Dame, Señor, tu Espíritu de fortaleza. Haz que mi vida se misionera de alegría. Que a todos les anuncie lo inmensidad de tu amor.

No te sientas pequeño, que no eres capaz, que eres menos que los demás. Por eso, levántate, quiere que camines a mi lado. Tenemos aún mucho por hacer.

PREDIQUEMOS EL EVANGELIO CON NUESTRA PROPIA VIDA JUNTO A JESÚS, PORQUE MUCHOS AÚN NO HAN ESCUCHADO SU PALABRA.

Bienaventuranzas del Misionero
Bienaventurado el MISIONERO que vive enamorado de Cristo, que se fía de El cómo de lo más necesario y absoluto, porque no quedará desilusionado.
Bienaventurado el MISIONERO que mantiene su ideal y su ilusión por el Reino y no pierde el tiempo en cosas accidentales, porque Dios acompaña a los que siguen su ritmo.
Bienaventurado el MISIONERO que no tiene nada, y lo que es y posee lo gasta en servicio de sus hermanos, porque Cristo será toda su riqueza.
Bienaventurado el MISIONERO que se sabe necesario donde la Iglesia lo reclame, pero que en ningún lado se siente indispensable, porque experimentará el gozo del deber cumplido.
Bienaventurado el MISIONERO que sabe poner su oído en el corazón de Dios para escuchar sus deseos, porque el Espíritu lo ayudará a discernir los acontecimientos.
Bienaventurado el MISIONERO que no se enorgullece de sus éxitos y reconoce que el Espíritu hace todo en todos, porque se verá libre de ataduras.
Bienaventurado el MISIONERO que siempre tiene un tiempo para contemplar a Dios, a los hombres y al mundo, porque habrá entendido el valor de ser hijo, hermano y señor.

 

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