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Atesorar

 


"De lo que rebosa el corazón habla la boca"
Lc 6, 43-49

Todos nacemos buenos, son las circunstancias que nos rodean y las decisiones que tomamos lo que nos lleva al bien o al mal. Siempre tenemos la oportunidad de cambiar de rumbo. El bien, la belleza, la paz, la alegría son tan atrayentes que deberían dirigir todos nuestros pasos.

Todo el mundo habla y habla... Y la boca nos delata. Realmente lo que decimos es el rebosadero de lo que llevamos en el corazón: nuestras penas o alegrías, nuestras ilusiones o fracasos, nuestros sentimientos o frustraciones. Demasiadas bocas muestran corazones vacíos y yertos.

Comencemos a atesorar en el corazón cosas buenas, si la bondad nos hace buenos, la ternura nos ayudará a ser tiernos y a acariciar a los otros, la misericordia que recibimos de Dios nos hará ser misericordiosos y comprensivos con los demás.

Según el tipo de árbol se ve el fruto. Daremos lo que no somos y tenemos. Asentados en la Palabra daremos buenos frutos, no por nuestro esfuerzo, sino por su gracia. Dejarnos tocar el corazón para que nuestras palabras suenen a cercanía, ternura y misericordia

Las obras son las que mejor hablan de lo que cada uno lleva en el corazón. Las obras son las que mejor hablan de Dios. Cada vez que dices sí a Jesús, también en las dificultades, se ensancha el espacio de tu tienda y Dios te da nuevos hermanos y hermanas a tu cargo, para que los cuides. 

Señor, riega mi vida con tu gracia, y mi vida florecerá. Espíritu divino, madura con tu sol, las semillas del amor. Con María, ofrezco gratuitamente 
a todos los frutos que Dios hace nacer.

 

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