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Nos eligió

 


«Quien guarda mi palabra 
no verá la muerte para siempre» 
(Jn 8, 51-59)

Si la Vida Eterna es el conocimiento y la relación entre Dios y la humanidad. La muerte es la ignorancia y la mudez. El vivir de espaldas a Dios conduce inevitablemente a la ruptura con los hermanos y con la creación entera. Los que no dialogan con Jesús, acaban agarrando piedras porque le ven enemigo, no hermano.

Hay una fuerza secreta que sobrevive en el corazón y lo saca de nuevo a flote cuando todo parece hundirse. Una chispa que no se apaga. A veces es sólo una tibia llama vacilante, una humilde lamparita. Es la semilla de plenitud que está sembrada en nosotros y renueva la esperanza.

Guardar la palabra es adentrarse en la vida. Una vida que no alcanzamos a comprender. Que sólo podemos experimentar dejándonos tocar por esa palabra que es vida, esperanza, eternidad. En la fe y desde la fe se revela quien es Jesús y qué nos dice en su palabra.

La fe, la Palabra, estar y ser con Él nos dan vida, es descubrir la vida como un regalo. Él es vida, el Espíritu es 'dador de vida'... Él ha venido para que tengamos vida y en abundancia. La vida se llena de hermanos al hacer del Evangelio sentido de la misma

Dios cumple sus promesas. Es un Dios que acompaña tus sueños e ilusiones, un Dios que da la vida. Pero solo hay un requisito: confiar en Él.

En Jesucristo se cumplen todas las promesas hechas a los antiguos padres. Él nos da su misma Vida, para sanar nuestras heridas y colmar todas nuestras expectativas más profundas.

¡Vive la alegría que nos predica el Evangelio y compártela con los demás!

Él nos eligió

Dios nos eligió
para mostrarnos unos a otros
el rostro del amor de Dios.
Somos el vocabulario de Dios;
palabras vivas
para dar voz a la bondad de Dios
con nuestra propia bondad,
para dar voz a la compasión, la ternura,
la solicitud y la fidelidad de Dios
con las nuestras propias.


(Leo Rock)


 

 


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