Sembrar

 


"El sembrador siembra la palabra" 
(Mc 4,1-20)

Jesús sale a los caminos con la esperanza y la alegría del sembrador. No se acobarda ante la oposición. Lo suyo es sembrar y exponer con claridad el secreto del Reino. Las semillas del perdón, de la dignidad de todo ser humano por encima de toda ley, van cayendo en toda clase de tierras.  

El sembrador no está despistado ni despilfarra. Siembra semilla sin condiciones, situaciones o posibilidades. Lanza su semilla con confianza. La tierra es la que debe acogerla y para eso tiene que estar preparada. Cuidemos la tierra de nuestra vida para dar fruto.

En esta fiesta de Timoteo y Tito, la parábola del sembrador nos recuerda que es nuestra tarea: hacer germinar en nosotros el recibido regalo del evangelio.

 A veces sembramos pesando en la cosecha, pensando en números, pensando en éxitos... No nos corresponde esa misión... Se trata de llevar la Palabra allí donde es posible sembrar... Nuestra misión es de posibilidades y oportunidades...


 

"Los otros son los que reciben la semilla en tierra buena; escuchan la palabra, la aceptan y dan una cosecha del treinta o del sesenta o del ciento por uno". Esos somos nosotros. Acogemos la Palabra en medio de nuestras circunstancias. A veces con mucha nitidez. Otras veces en medio de dificultades. Pero siempre dejamos que nazca en nosotros esa palabra que ilumina el camino.

No podemos callarnos. Debemos seguir predicando, suceda lo que suceda. No sólo porque Jesús nos lo ha pedido, sino porque es la mejor noticia que se puede ofrecer a cualquier persona para que viva su vida son gozo, con sentido, con esperanza.


 

Gracias por no cansarte de sembrar en mi corazón tu amor. Tú conoces mi pobre barro, Señor, solo tú eres capaz de convertirlo en una buena tierra que produzca el ciento por uno.

Acojamos la invitación del Papa Francisco que nos ha convocado hoy a una Jornada de Oración por la Paz en Ucrania. 

“Pidamos con insistencia al Señor que en esa tierra pueda florecer la fraternidad y superar las heridas, los miedos y las divisiones.Que las oraciones e invocaciones que hoy se elevan al Cielo toquen las mentes y los corazones de los responsables en la tierra, para que hagan prevalecer el diálogo y antepongan el bien de todos a los intereses particulares. Nunca más la guerra. Recemos por la paz con el Padrenuestro, que es la oración de los hijos que se dirigen al mismo Padre, la oración que nos hace hermanos, la oración de los hermanos que piden reconciliación y concordia” (Francisco)



 

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