He visto la Luz


 
"Porque mis ojos han visto a tu Salvador, 
a quien has presentado ante todos los pueblos: 
luz para alumbrar a las naciones 
y gloria de tu pueblo Israel". 
 (Lc 2, 22-35).

Simeón es un hombre justo y piadoso. Paciente y confiado en el Espíritu Santo. Se va a encontrar con Jesús y sus padres en el templo. Dios se sirve de personas para transmitir su mensaje. Personas abiertas para descubrir su luz en medio de tantas oscuridades.

Dichosos los ojos que ven lo que nosotros vemos y oír lo que nuestros oídos oyen. Vemos y oímos a un Dios cercano que busca que sus hijos vivamos llenos de luz. Conscientes de nuestro valor y dignidad. Lo que las personas, no siempre nos dan, Dios se compromete a tratarnos bien.

«Luz para alumbrar a las naciones» Vivimos un tiempo de oscuridad entre las naciones, todos con miedo a la hora de acercarnos o acoger al distinto. No olvidamos que no podemos pedir que cambien las naciones si nosotros no somos capaces de descubrir la luz que nos ha venido.

Llamados a tener una ‘actitud del corazón’ ante Él. Una actitud es más que un acto. Una actitud es una manera de mirar la vida y de vivirla. La actitud vence miedos e imposibles, dificultades y barreras, con fuerza, positividad y desde dentro.

"El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande; habitaba en tierra y sombras de muerte, y una luz les brilló". Isaías 9,1“

Dios es tan grande que puede hacerse pequeño. Es tan poderoso que puede hacerse inerme y venir a nuestro encuentro como niño indefenso para q podamos amarlo. Dios es tan bueno que puede renunciar a su esplendor divino y descender a un establo para que podamos encontrarlo”.

Y en el pesebre, el “Niño Dios”, pequeño e indefenso, me pide que confíe en El, que me deje querer por El, que no le abandone nunca, que le dé la oportunidad de hablarme, de enseñarme, de ayudarme… de quererme.

 


Señor Jesús, Tú eres el Dios-con-nosotros.
Naciste hace 2021 años y solo algunos te reconocieron.
Naces entre nosotros y pocas veces nos damos cuenta.
Te reconocieron dos ancianos: Simeón y Ana.
Ayúdanos a ser como ellos, para que podamos acogerte.
Que seamos humildes y pobres de espíritu, como ellos,
y no nos dejemos engañar por el orgullo y la vanidad.
Que la oración nos mantenga despiertos, como ellos,
y no prestemos tanta atención a cosas que no llenan el corazón.
Que confiemos en Ti por encima de todo, como ellos,
renunciando a todo lo que nos separa de tu proyecto.
Que nuestra vida se apegue a tu ley, como ellos,
y no nos venzan la comodidad, las modas y el egoísmo.
Que nuestro mayor deseo sea estar y trabajar contigo, como ellos, 
porque Tú eres el Camino, la Verdad y la Vida.
Así se multiplicará la capacidad de verte y acogerte
y podremos disfrutar y comunicar tu amor y tu ternura.
Amén.

 

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