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¿Puedo alojarme en tu casa?


 

 ''Hoy tengo que alojarme en tu casa"(Lc 19,1-10)

 

En contra de lo que nos imaginamos, no somos nosotros los que buscamos a Dios; Él es el primero en buscarnos. No hemos sido hecho para amar a Dios, aunque también, sino para que Dios pueda amarnos.

El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado. Y el amor de Dios es fuerte y poderoso para actuar en este mundo. Créelo.  Jesús viene a salvar lo que parece perdido. Solo se puede vencer al mal a fuerza de bien.
A veces hay que despertar el ingenio para ver a Jesús en medio del “gentío” que nos rodea. Somos pequeños ante Dios, pero tenemos la capacidad para buscarlo y dejarnos ver por él. ¿Qué te impide verlo?

Zaqueo es un jefe de publicanos. Una persona conocida y bien situada. Ante el encuentro con Jesús no tiene reparo en subirse a un árbol, a pesar de lo ridículo que pueda parecer. Y es Jesús quien lo va a ver. Una lección para buscar a Jesús por encima de todo.

Busquemos un lugar para encontrarnos con Él. Pasa por nuestra vida como pasó por Jericó un día en la vida de Zaqueo. Aguantémosle la mirada llena de ternura y escuchemos: ''hoy tengo que alojarme en tu casa'. Abramos nuestra casa, todo cambiará.
Jesús pasa por nuestra vida, nos mira a los ojos, nos conoce por nuestro nombre y quiere sentarse a nuestra mesa.

¡Somos buscados por alguien! Ése es el secreto de nuestra fe y de nuestra felicidad: "Zaqueo baja, hoy me quedo yo en tu casa".


Habrá que bajarse del árbol del orgullo y la soberbia, del miedo y la apatía, del apego a la posición y los bienes, del qué dirán, y escuchar de nuevo con un corazón libre: ¿Puedo alojarme en tu casa?
Zaqueo quería ver y lo que se le reveló fue la herida de Dios: su amor a los hombres. Zaqueo no había pedido nada y fue Dios mismo el que le suplicó: "quiero hospedarme en tu casa" ¿Estaremos a la altura de tan singular huésped?
 

 

Como a Zaqueo nos cambiará la vida, nos llevará a una conversión profunda, tomaremos decisiones para reconducir lo que hacemos y somos.


 

Señor Jesús y Dios nuestro,

te damos Gracias porque Tú eliges alojarte en nuestra casa, a pesar de que somos pecadores, simplemente porque nos amas y quieres ofrecernos la Salvación.

Te damos Gracias porque Tu Mirada cambia nuestras miserias y nos salva de nuestro egoísmo.

El Encuentro personal contigo a través de tu Evangelio nos transforma con tu continua Presencia.
Tú conoces a fondo nuestro corazón y sabes que deseamos verte y conocerte más.

¡Ven, Señor, entra en nuestra casa y quédate con nosotros! Tú, Dios nuestro, que conoces nuestro corazón, eres el único que puedes transformarnos en instrumentos eficaces a tu servicio, para que los demás puedan verte a Ti a través de nuestros gestos y buenas acciones.

Tú Señor, que eres Bueno y Misericordioso, conviértenos y llénanos de tu Presencia para luchar por justicia en este mundo, logrando estar cercanos a los demás y conociendo bien las necesidades del prójimo, para poder ayudar a los hermanos que más nos necesiten. Amén.


 

 



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