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Fiate

 

“Mirad que nadie os engañe”  
Lc 21, 5-11

Quizá uno de los imperativos de Jesús que menos escuchamos: "No os dejéis engañar". Bondad no implica ingenuidad.

Esta aquí, va a venir a nuestro encuentro. Es ahora, en la vida de cada día, puede ser en cualquier momento. Es para ti y para mi, es para todos. El Señor quiere encontrarse con nosotros y hacer de nuestra vida algo nuevo

Muchas veces sentimos la tentación de postergar el tomarnos en serio el Evangelio. En la vida siempre tenemos situaciones y condicionantes. El momento justo siempre es ahora. No posterguemos la escucha del Evangelio y ponerlo en práctica.

Escucha en tu interior. No dejes de hacerlo un sólo día. Estate atento. El verdadero templo está dentro de ti. Tu lugar de oración, de comunicación espiritual, de encuentro, de íntima y transparente relación con el Misterio de Dios, está ahí, en tus entrañas. No te despistes.

Cada persona es sagrada, es un templo, lo sabemos. Sea cual sea su situación sus circunstancias y condición. Cada persona es icono del Hijo de Dios. Gracias a quienes así lo entienden y tratan con amor, dignidad y respeto a los marginados de hoy, pobres, enfermos, inmigrantes...

Es necesario levantar la mirada para contemplar la belleza, más allá de edificios, de circunstancias y momentos. Despertar la escucha y no dejarse llevar por palabras catastrofistas. Discernir el paso de Dios para no caer en miradas miopes y anuncios engañosos.

A pesar de todas las pandemias, atrocidades de los hombres, catástrofes naturales… no tengáis miedo. Dios es siempre más grande. Pues eso.

 


Señor, dame una mirada como la tuya, 
una mirada que no se quede en la superficie, 
que sepa bucear a lo más profundo de la realidad.
Señor, convencerme de que sólo permanece 
lo que se construye sobre el cimiento sólido del amor y la verdad, 
aunque parezca pequeño y débil.
Ayúdame a darme cuenta de que no quedará piedra sobre piedra 
de todo lo que se levanta sobre la mentira y el egoísmo, 
por grande y bello que parezca.
Señor, orienta y dirige mi trabajo y mi vida, 
para que no pierda el tiempo 
y la fuerza con lo que no tiene fundamento y desaparece; 
para que todas mis obras broten de ti, como de su fuente, 
y tiendan siempre a ti, como a su fin.
 

 

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