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Interpretar

 


“Sabéis interpretar el aspecto de la tierra y del cielo, 
pues ¿cómo no sabéis interpretar el tiempo presente?” 
(Lc 12, 54-59)

¿Cómo descubrir las señales que hay de Él en el mundo? Comencemos a mirar más profundo, más adentro, más al corazón y con el corazón. La manera de mirar quizá no es buscando cierta perspectiva neutral, la mirada tiene que ser de abrazo, de 'estar con', de implicación.

Mirar e interpretar. Interpretar y comprender. Aprender a leer los signos de los tiempos. Descifrar su mensaje para este momento histórico. Despertar la fidelidad creativa al don de Dios en cada instante. La única oportunidad que tenemos para vivir es hoy.

Lo propio del cristiano es el discernimiento. Leer los signos de los tiempos. Descubrir lo que Dios nos pide en esta situación concreta. No hay vida cristiana sin mirada abierta al mundo.

Todos tenemos que estar atentos para descubrir las llamadas de Dios en los acontecimientos de la vida, en los hechos más sencillos y en los más significativos.

Dios quiere que sus discípulos sepamos "discernir" más allá de las apariencias y vivamos reconciliados. Son las dos tareas más urgente que Jesús impone a todo el que quiera entrar en el Reino.
En definitiva, el verdadero discípulo es el que mira la vida en profundidad y procura la paz a su alrededor. Es el que no se deja atrapar por el remolino de la falta de perdón y practica la misericordia y la reconciliación.

Hoy celebramos a San Juan Pablo II, muchos lo recordamos con agradecimiento y cariño: «La humanidad tiene la necesidad imperiosa del testimonio de jóvenes libres y valientes, que se atrevan a caminar contra corriente y a proclamar con fuerza y entusiasmo la propia fe en Dios, Señor y Salvador». A su intercesión nos encomendamos.

Danos, Señor, la sabiduría de tu Espíritu para saber lo que debemos hacer. Que sepamos reconocer, participar, revelar tu obra actual.

Tu reino es vida, tu reino es gracia, tu reino es justicia, tu reino es verdad, tu reino es paz, tu reino es amor. ¡Venga a nosotros, tu reino, Señor!

"Déjame que te enseñe a gustar y comprender. Fíate de mis mandatos.
Yo soy bueno y hago el bien. Deja que te instruya en mis leyes.
Que mi bondad te consuele, como ha consolado a todos aquellos con quienes he cumplido mis promesas. Cuando te alcance mi compasión, vivirás, y mi voluntad será para ti como un manjar delicioso. Nunca olvidarás mis decretos, porque con ellos te di vida. Yo soy tu Dios. Deja que te salve, a ti que buscas mi voluntad".
(Adaptación salmo 118, Rezandovoy)


 

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