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"Mi tesoro"

 


"El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido".  
(Mt 13,43-46)


El buscador está atento, no deja de mirar, de reconocer las huellas, de seguir la búsqueda. El encuentro del 'tesoro' produce una gran alegría, no hay miedo a 'vender' todo, al encontrarlo nuestra vida se llena de profundo gozo, todo cambia.

No está el reino expuesto de forma evidente ni se exhibe obligando a creer en él. Es suave brisa, es presencia que se acoge, que no se impone. Pero sobre todo es tesoro. Pablo explicaba que todo lo consideraba pérdida comparado con el reino. Con conocer a Cristo. Con descubrir cómo todo lo que forma la existencia está lleno de amor. No hay nada que nos separe de vivir llenos de vida y amor.

Celebramos el triunfo de la vida sobre la muerte, del amor sobre el odio; el triunfo de todo lo que nos eleva como seres humanos sobre lo que nos deshumaniza. La superación humana, el triunfo de todo lo positivo. Celebramos que nuestra meta es el cielo. Dios es el cielo.

Nada hay más grande ni más valioso que haber sido llamados a la fe, a ser discípulos de Jesús.  Comparado a Él todo lo demás pierde color
¿Estarías dispuesto a darlo todo por encontrar la mayor de las alegrías?


¡Arriesgarlo todo!
Arriesga tu vida, pues el tesoro, desde luego, es la salvación, el amor, la pasión que Dios siente por nosotros.
¿Harías tú lo mismo por el Reino? Si es así, eres un verdadero discípulo. 

Encontrar a Jesús es mi gran alegría

 

 

Por ti, Señor,
merece la pena
darlo todo.
Sin ti no somos nada.
Tú vales mucho
más que todo el oro.


Señor, que aprendamos a discernir tu voluntad, a amar a todos sobre todas las cosas. Que caminemos siempre junto a ti hasta llegar al Padre. Que iluminados por tu Espíritu, podamos inaugurar en el mundo una fraternidad universal. Que venga a nosotros el tesoro de tu Reino, Señor.


 

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