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Apóstol de los Apóstoles

 


 
 “¿Por qué lloras?” 
 (Jn 20,1.11-18)

Santa María Magdalena: Apóstol de los Apóstoles 

María es la mujer del amanecer, la búsqueda, las lágrimas y el asombro. Arde en amor por su Señor. Las lágrimas, la pérdida no le dejan reconocerlo. Cuando Jesús la llama por su nombre, el encuentro es vida, la alegría música, la palabra Amor.
María se siente transformada por la presencia de Jesús resucitado. Del dolor y del llanto pasa a la alegría. La resurrección debe ser una experiencia que nos transforme


María Magdalena es, por lo tanto, prototipo para los que caminamos a la luz de la fe, de alma que busca a Cristo y no tiene otra cosa para ofrecer que las lágrimas del amor. Ella es ejemplo de discípula pues sabe perseverar en la búsqueda de Dios, aunque sea en la oscuridad de la fe y en la prueba de la esperanza encuentra por fin a Aquel a quien ama o, mejor aún, es encontrado por Él. Pues sólo quien ha conocido la larga noche de la espera y del deseo puede convertirse en testigo creíble entre los hermanos de una fe que no es vana.

Seamos pregoneros de paz, portadores de alegría, generadores de esperanza. Hay mucho llanto que consolar, muchas heridas que sanar. Que no nos detenga el miedo y los prejuicios. Que el amor sea tan fuerte que nos impulse a no rendirnos jamás al mal, a la tristeza. Bienaventurados 


Que nuestros ojos Señor, sean capaces de reconocerte en quien nos rodea y como María nos volvamos al oír tu voz, y al llamarnos por nuestro nombre ¡ojalá que exultemos de alegría cómo lo hizo ella ante tu presencia.

Mi alma está sedienta de Dios.
Lo busco por todas partes sin descanso.
Todo mi ser ansía el encuentro que me devuelva la esperanza.

Me llama por mi nombre.
Me ha dado de beber Agua Viva.
Cesa mi llanto.
Ahora sé que vive y está entre nosotros para siempre:
¡Es Jesús, el Señor!


 

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