Buen fruto

 


"Por sus frutos los conoceréis"  

(Mt 7,15-20)


No por sus palabras,
sino por sus hechos:
por su modo de amar,
por su entrega a los demás,
por perdonar y acoger.

Los frutos desvelan quienes somos. Trasmiten lo que tenemos en nuestro interior: nuestras inquietudes y deseos, nuestros miedos e intenciones, nuestras búsquedas y heridas. Conocernos, trabajarnos, sincerarnos, y crecer cada día en autenticidad y entrega.

Los frutos que transforman salen del corazón y ponen en el centro a la persona, no a uno mismo. Son frutos generosos, frutos de proyecto de vida entregado, con la humildad de saber que son como son, sin brillantina ni papel celofán. Auténticos.

"Por sus frutos les conoceréis"
Dar frutos. Amor, alegría, paz, magnanimidad, benevolencia, bondad, fidelidad, humildad y dominio de uno mismo.  Este fin de curso es un buen momento para hacer balance de nuestros frutos

Somos pequeños árboles

Señor, Jesús, somos pequeños árboles
junto a la corriente del Rio de tu gran amor.

Sólo tú nos das fertilidad,
solo tú sabes donde podar nuestras vidas para sanarlas,
para cubrirlas de flores,
para poder llevar a cada rincón de la tierra
frutos que sanen el hambre de aceptación y cariño
que hay en el corazón de cada persona.

Labrador paciente y generoso,
tú nunca te cansas de darnos tiempo para madurar.

(Mariola López Villanueva, rscj)


 

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