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¡SEÑOR, enséñame cómo!


 

"Si te hace caso, has salvado a tu hermano" 

(Mt 18,15-20)


Despierta el corazón, que no se endurezca ni se estanque entre las raíces ocultas del mal.
No pierdas la sensibilidad con Dios y con el bien, no te acostumbres al egoísmo y la ambición.
Mantén encendida la llama del amor y ardientes, tiernas, con gozo pacificado sus entrañas.

'Amarás a tu prójimo como a ti mismo'
Quien ama a su prójimo no le hace daño
La ley suprema de la vida es el Amor y es la única salvación para la humanidad
Jesús dio las pautas para iniciar un tiempo nuevo, humanizado, auténtico
Lo imposible para los hombres, es posible para Dios.

No te canses de corregir, de dar otra oportunidad, de ofrecer la posibilidad de salir del atolladero.
Condenar para siempre nunca puede ser el camino.

Ser "centinela", practicar la corrección fraterna a la que nos llama el Evangelio es un arte que requiere humildad, amor auténtico, sensibilidad humana e interior. El fin último, de hecho, no es el de juzgar o condenar, sino el de salvar.

Dediquemos tiempo, diálogo, momentos... a la corrección fraterna.
El Señor muestra la unidad, la comunidad, estar juntos... como lugar privilegiado para hacerse presente, donde la oración es escuchada de una manera especial.

Orar por el hermano es una expresión de amor, así como lo es también corregirlo. Es un compromiso por su salvación.



Hemos de ser testimonio y ejemplo cristiano para nuestros niños y jóvenes. 
En nuestra mano está ofrecerles ese espejo para que puedan aprender a caminar en la fe de Cristo.

María, Madre de reconciliación, en ti encontramos las dos columnas que cimentan la Iglesia: la Comunidad y la Corrección Fraterna. Ayúdanos a vivirlas para hacer realidad sus dos promesas: Orar en comunión todos los hijos, en su Nombre, para que el Padre nos escuche. a vivirlas para hacer realidad sus dos promesas: Orar en comunión todos los hijos, en su Nombre, para que el Padre nos escuche.



Si puedo hacer algo bueno hoy.
Si puedo servir en el sendero de la vida.
Si puedo decir algo útil,
¡SEÑOR, enséñame cómo!

Si puedo corregir a un ser humano equivocado.
Si puedo fortalecer a alguien.
Si puedo consolar con una sonrisa o una canción,
¡SEÑOR, enséñame cómo!

Si puedo ayudar a alguien en peligro.
Si puedo mitigar una carga.
Si puedo esparcir más felicidad,
¡SEÑOR, enséñame cómo!

Si puedo hacer un acto de bondad.
Si puedo ayudar a alguien en necesidad,
Si puedo sembrar una semilla fructífera,
¡SEÑOR, enséñame cómo!

Si puedo alimentar un corazón hambriento,
Si puedo empezar algo mejor,
Si puedo desempeñar un papel más noble,
¡SEÑOR, enséñame cómo!


Grenville Kleiser 


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