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¡Sé luz!



«El que cree en mí no quedará en tinieblas»
 (Jn 12, 44-50)

Si algo deja claro esta pandemia es que la economía ha de estar al servicio de las personas, y no al revés.
Que vale más la salud y la vida que la riqueza.
Que los pobres siempre sufren más con y sin pandemia.
Que cuando hay que aunar esfuerzos, sobran las ideologías.

Reconocer que no tenemos respuesta para todo.
Aceptar que cometemos errores.
Arriesgar aunque no veamos todo claro.
Confiar y trabajar para convertir la incertidumbre en certeza, la inquietud en serenidad, la oscuridad en luz.
No por eso somos más débiles.
Humildad.
Coherencia.

No es fácil vivir en la luz.
La luz nos hace ver muchas cosas feas dentro de nosotros: los vicios, la soberbia, el espíritu mundano.
Pero Jesús mismo nos dice:
“Ten valor, déjate iluminar porque yo te salvo”.
 ¡No tengamos miedo de la luz de Jesús! (Francisco)

Somos discípulos de Jesús, en la medida que aceptamos plenamente en nuestra vida su luz, que nos viene a través de su Palabra.
Si bien somos llamados a ser «hijos de la luz», sabemos que también en nuestra vida hay zonas que permanecen en la penumbra.
Ser hijos de la luz significa caminar en la verdad, sin trampas, sin subterfugios. Significa caminar en el amor, sin odios o rencores porque quien ama a su hermano permanece en la luz».
La «tiniebla» es tanto dejarnos manipular por el error, como encerrarnos en nuestro egoísmo y no amar.

Jesús viene como enviado del Padre, luz, palabra de vida Cuando su mensaje se distorsiona y manipula, se convierte en un juez implacable y anunciador de infierno y condena.
Se cambia la ternura por el miedo.
El castigo por misericordia.

Así como la luz no puede verse a sí misma, también nosotros encontraremos nuestra verdadera felicidad cuando nos consumamos como la vela en el servicio a los demás.
Cuando dejemos que Dios se transparente a través de nuestro ser.

Pidamos a Nuestro Señor Jesucristo Resucitado que por medio del Espíritu Santo siempre creamos en Él y en su Padre, para así tener su luz y no caminar en tinieblas y cumplir la voluntad del Padre para heredar la vida eterna.

Jesucristo, creo en Ti; creo en el Padre que te ha enviado; creo en tu Palabra que es la luz que ilumina mi camino. Por eso quiero oírte y poner en práctica tu mandamiento, que me promete la vida eterna. 
Ayúdame a que mi oración me ayude a gustarla ya desde ahora.


Dios, fuentes de luz,
tú me has amado y me has hecho hijo tuyo.
Tú me llamas a andar como hijo de la luz
que se desprende de Cristo.
Libérame de las sombras
y envuélveme con la luz de tu amor
y de tu verdad.
Ya he experimentado cómo la luz de Jesús
ahuyenta el miedo y la violencia.
Te pido que brilles siempre en mí.
Modela mi vida conforme a tu verdad
y mi corazón según tu amor.
Por la fuerza de la Eucaristía,
dame fuerza para caminar
en la luz de Jesús.

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