Ver y compadecernos...


 "Andaban como ovejas sin pastor". (Mc 6,30-34) 

Jesús nos acompaña también en el descanso.
Conoce nuestra humanidad desde dentro y sabe que necesitamos reponer fuerzas. Hay un tiempo para todo.
Para dejarnos restaurar con el silencio y la oración, para apoyarnos en la amistad, para ser descanso para los demás.
"Venid a mí..."

Necesitamos tiempos de encuentro con Jesús para VER y

COMPADECERNOS...

La compasión es signo de humanidad, y por eso Jesús la derrama.

Si andas preocupado, sólo tienes una vía para dejar de estarlo:
Reza.
Pon tu preocupación en las manos del Padre.
Y pide que se cumpla su voluntad en aquello que pides.
No pidas que se cumpla tu voluntad. Falsearás la oración y aumentará tu preocupación.
Deja a Dios ser Dios.

La oración es la respiración del alma y la fuerza para andar.

La oración es un pico que orada la zona oscura de tu corazón, y va abriéndote un camino de libertad y sosiego.
Te desapega del mal, de tus tristezas y prejuicios.
Si oras, no te des la razón.
Desconfía de ti.
Aprende a confiar en la Palabra de Jesús.
En todo momento.
Persevera

Hacer la voluntad de Dios en cada momento, por encima de deseos o caprichos personales, es el verdadero descanso del cristiano.



Sed de eternidad, búsqueda de sentido.
Todo encaja al contemplar la vida a la luz de la fe, al mirar más allá de lo que perciben los sentidos, al escuchar la voz interior que nos lleva a Jesús.
Un río de gracia, una corriente de vida nueva, fluye en lo profundo de cada persona.

¡Gracias Jesús por enseñarme a mirar las necesidades de los demás antes que las propias!
Ayúdame a entender que sólo el contacto contigo en la Eucaristía logrará cambiar mi corazón.
No lo logrará ni mi buena voluntad, ni medicina alguna en el mundo.

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