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"¿Cómo es que vuestro maestro 
come con publicanos y pecadores?" 
(Mt 9, 9-13)

El reconocimiento de nuestros pecados y debilidades, nos permitirá experimentar la presencia del Señor a nuestro lado.
Por puro amor y sin mérito por nuestra parte, Él nos busca, se detiene, nos mira, nos llama, nos elige, nos perdona y nos sienta a su mesa.

Sentirse llamado.
Llamado a un proyecto, a una esperanza, a una misión.
Sentirse llamado.
Llamado a una vida, a un sueño, a un amor.
Sentirse llamado.
Llamado a la lucha, a la ternura, a la comunión.

El seguimiento no consiste en palabras, teorías o buenas doctrinas, sino en la actitud abierta y dispuesta de dejarlo todo (ideas, razones, verdades, seguridades, proyectos...) y caminar tras Jesús.

Dios nos quiere felices, sí felices
No hace falta flagelarse ni regodearse en la miseria.
 ¡Estamos llamados a poner corazón en cualquier sitio donde encontremos miseria!

En María se hace realidad el "Misericordia quiero y no sacrificio".

Te doy gracias, Jesús, por tu misericordia.
Porque nos amas, tú el pobre.
Porque nos sanas, tú herido de amor.
Porque nos iluminas, aun oculto,
cuando tu ternura enciende el mundo.
Porque nos guías, siempre delante,
siempre esperando.

Te doy gracias, Jesús, por tu misericordia.
Porque nos miras desde la congoja
y nos sonríes desde la inocencia.
Porque nos ruegas desde la angustia
de tus hijos golpeados,
nos abrazas en el abrazo que damos
y en la vida que compartimos.

Te doy gracias, Jesús, por tu misericordia.
Porque me perdonas más que yo mismo,
porque me llamas, con grito y susurro
y me envías, nunca solo.
Porque confías en mí,
tú que conoces mi debilidad.

Te doy gracias, Jesús, por tu misericordia.
Porque me colmas
y me inquietas.
Porque me abres los ojos
y en mi horizonte pones tu evangelio.
Porque cuando entras en ella, mi vida es plena.

Te doy gracias, Jesús, por tu misericordia.
y te pido que me ayudes a ser misericordioso.


Adaptación de una plegaria de J.M. Olaizola.



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