La misericordia infinita de Dios




“Por último, les mandó a su hijo” 
(Mt 21, 33-43. 45-46)  

El Evangelio de hoy es una dramática llamada de atención a todos los cristianos a salir de la modorra, a tratar de responder con fidelidad a la llamada de Dios, para poder dar frutos de santidad para la vida del mundo.

Fíjate cuánto nos ama Dios que, sabiendo que iban a matarlo, nos envió a su único Hijo para salvarnos del pecado.
¿Eres consciente de lo que eso significa?



También hoy el Señor nos envía mensajeros, personas y acontecimientos, para invitarnos a la conversión.
Pidamos el don de su Espíritu, para reconocer su Presencia, escondida, pero eficaz y liberadora, en medio de nosotros.

En este viernes de Cuaresma, reniega, más bien, de tus pecados.
Y, animado por la misericordia infinita de Dios, pide la gracia de vivir, en adelante, como hijo suyo.



Señor, tu nombre está lleno
de sugerencia y de futuro.
Vivimos en un mundo donde muchos hermanos
nuestros corren riesgo de prisión, malos tratos
o peligro de muerte por confesarte.
Ellos, con tesón y fidelidad,
permanecen confesantes.
Ayúdanos a construir un mundo
donde se pueda vivir y anunciar
tu palabra sin miedo.
Escucha la oración de quienes
nos refugiamos en ti
y los que mueren
con tu nombre en sus labios.




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