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Vivir vigilantes



“Tened ceñida la cintura  
y encendidas las lámparas”  
(Lc 12,35) 

Dios anuncia la paz a su pueblo, a sus amigos, a los de cerca, a los de lejos...
Ya no hay forasteros ni extranjeros.
Todos somos de Cristo.
Él es nuestra paz. Su Cruz es el vínculo que nos une.

Dios anuncia la paz a su pueblo, a sus amigos, a los de cerca, a los de lejos...
Ya no hay forasteros ni extranjeros.
Todos somos de Cristo.
Él es nuestra paz.
Su Cruz es el vínculo que nos une.

Como a los hebreos en la noche de Pascua y a los discípulos al ser enviados a Evangelizar, el Señor también nos pide tener la "cintura ceñida", estar atentos, para reconocer su Venida, su Paso y su Presencia liberadora, en cada persona y en cada acontecimiento.

Jesús invita a los discípulos a permanecer vigilantes, a la espera de una Presencia.
No tienen que adormilarse ni desanimarse sino esperar confiados porque Él viene, viene siempre; siempre está llegando en todo lo que acontece.
Dichoso quien confía y espera en la noche

En el Evangelio de hoy Jesús nos invita a estar atentos, expectantes.
¿Y tú?
¿Estás con la luz encendida o dejas que reine la oscuridad? 




“Estad preparados y mantened vuestras lámparas encendidas”. 

Vigilantes y atentos a las señales que manda el Señor.
Siempre encendidos, apasionados, expectantes.

Haz de nosotros lámparas encendidas que iluminen en medio del mundo.
Que no se apague en nosotros tu luz.
¡Qué suerte vivir y hacer lo debido en cada momento!
En la vida y en la fe.

Jesús nos pide vivir vigilantes.
Haciendo siempre lo que nos toca.
Hagamos nuestra pequeña tarea con alegría! 


"Tener las lámparas encendidas" así define el Señor la fe. 

La fe que Dios quiere nos hace estar bien despiertos y con el oído atento para no despistarnos y servir al Señor en los hermanos. 

Consuela saber el inaudito regalo que le espera al que esté en vela, bien despierto: ¡el mismo Señor se pondrá el traje de faena y nos servirá!

Prestos, vigilantes a la llegada de nuestro Señor, porque Él siempre pone la mesa, se da en alimento y la sirve para hacernos a nosotros, pobres criados, bienaventurados. 


Así es el Dios de los cristianos, un Dios "en delantal".
¡Qué gozada! 

¡Dios sirviendo al hombre!
¿Te lo vas a perder?
¡Despierta!

María siempre está en vela, pendiente de todo lo que podamos necesitar.

María pura y hermosa mesa puesta, preparada; sala de puertas abiertas siempre iluminada; bienaventurada servidora del Señor siempre vigilante.

Llévame dónde Tú quieras, por dónde Tú quieras, y cuándo tú quieras.
Estoy en tus Manos.
Mantén encendida mi lámpara con el aceite de tu confianza.


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