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Señor, nací para servirte




“El Hijo del hombre ha venido a dar su vida en rescate por muchos”. 
(Mc 10,35-45).

Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros como lo esperamos de ti.

Compadécete de nuestras debilidades, perdona nuestras ambiciones, no te fijes en nuestros delirios de grandeza.
Danos tu espíritu de servicio, contágianos tu humildad y tu entrega.

SERVIR Y DAR LA VIDA
Servir y dar la vida.
En silencio y en segundo plano.
Servir y dar la vida.

A los últimos y encadenados.
Servir y dar la vida.
Aunque cueste, pero enamorados.

Inherente a nuestro bautismo que nos hace hijos va el servicio.
Que bonitas palabras y seducciones no nos engañen ni engañemos...

¡Servir evangélicamente desde los últimos puestos y a los últimos!

El tratar de ser primeros, sin importar cómo y a costa de quién, no es “muy cristiano”.
Jesús nos enseñó a ser humildes por amor a Dios.
Deshecha la vanidad.

¡Cuántas veces nosotros queremos sentirnos importantes y que la gente nos reconozca!
Pues Cristo no ha venido para eso, y nosotros tenemos que seguir el mismo camino de humildad, de caridad y de servicio.

Los misioneros son luz en medio de la oscuridad del mundo; sal que da buen sabor en los malos tragos de la vida de los más pobres de la tierra. 
"Vosotros sois la luz del mundo, vosotros sois la sal de la tierra".
Gracias

Siempre aprendiendo de María...
¡Servir buscando los últimos puestos!
¿No sería su ejemplo el que enseñó a Nuestro Señor?

Nací para servirte: esa es mi lucha,
mi gloria y mi condena.
Si mi felicidad de ti no viene,
no aguardo bienestar sobre esta tierra.

No sirvo a los señores de este mundo,

que pagan con honores y riquezas.
Te sirvo a ti, Señor de lo escondido,
que en lo secreto premias.

Te sirvo a ti, que en el amor has puesto

tu ley y tu presencia.
Y ya servirte, oh Dios, es en mi vida
una siembra, una entrega.

En la que el hombre sale de sí mismo

y en ti mismo se encuentra.
Sé Tú , Señor, el campo donde el grano
de mi vida se pudra y dé cosecha.

Nací para servirte: esa es mi lucha,

mi Gloria y mi Condena.


A. López Baeza




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