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Lo que refleja nuestro corazón




“Pasáis por alto el derecho 
y el amor de Dios” 
(Lc 11, 42).  

Déjate guiar por el Espíritu.
Que su semilla vaya poco a poco germinando en ti.
Que Jesús crezca y se encarne cada día más en tu corazón y dé fruto.


"El fruto del Espíritu es: amor, alegría, paz, comprensión, servicialidad, bondad, lealtad, amabilidad, dominio de sí".





Donde hay amor y misericordia, no hay juicio ni condena.
Sólo perdón y vida nueva.
La libertad de los hijos de Dios, que se reconocen cada vez más a su imagen.

Jesús denuncia dos deformaciones religiosas de su época: la vanidad y la hipocresía.
Se esmeran en el cumplimiento externo, pero esconden un corazón del que ha desaparecido la justicia y el amor.
Jesús se rebela ante aquellos que vivían de la apariencia de piadosos y cumplidores de ley, del haz lo que yo diga pero no lo que yo haga.
No hay que preocuparse por lo bien que nos vemos en el espejo, sino por lo que refleja nuestro corazón.
  
¡AY, AY, AY!
¡Ay de vosotros, hipócritas!
¡Ay!
¡Ay de vosotros, prepotentes!
¡Ay!
¡Ay de vosotros, poderosos!
¡Ay!
¡Ay de vosotros, legalistas!
¡Ay!
¡Cuántos ayes para cada uno de nosotros!
¡Ay, ay, ay!

Señor, ayúdame a descubrir mis incoherencias.
Dame humildad para reconocerlas y fuerza para superarlas.
Enséñanos a corregir con cariño y acierto las incoherencias de los hermanos

¡Madre buena, enséñanos a no pasar por alto el derecho y el amor de Dios!
Para eso descúbrenos el valor de lo pequeño desde la libertad, el detalle... sin legalismos.
María no descuida ningún detalle, provee todo lo que vamos a necesitar.

“Haznos vivir nuestra vida, no como un juego donde todo se calcula no como una competición donde todo es difícil, sino como una fiesta sin fin donde se renueva el encuentro contigo ,como un baile, como una danza entre los brazos de tu gracia, con la música universal del amor” (Madeleine Delbrel).  

    

Hoy celebramos la memoria de san  Ignacio de Antioquía,
un creyente que vivió en el siglo I y murió apenas comenzado el siglo II, un hombre valiente y humilde, enamorado de Cristo y muy preocupado por su cuerpo que es la comunidad. 
Nos hace bien acercarnos a los creyentes que tuvieron que vivir su fe en el seno de sociedades paganas y que fueron capaces de mantenerse firmes en la fe sin perder nunca la lucidez.

San Ignacio de Antioquía. 
Se puso a sí mismo el sobrenombre de "teóforo" (portador de Dios), pues lo iba llevando allá donde iba.
Y tú, ¿qué llevas puesto hoy?
No olvides la fe en el armario.
Hay un mundo entero que necesita que le lleves a Cristo


"Lo único que para mí habéis de pedir es fuerza interior y exterior, a fin de que no sólo de palabra, sino también de voluntad me llame cristiano y me muestre como tal... 
Escribo a todas las Iglesias, y a todas les encarezco que estoy presto a morir de buena gana por Dios, si vosotros no lo impedís. 
A vosotros os suplico que no tengáis para conmigo una benevolencia intempestiva. 
Dejadme ser alimento de las fieras, por medio de las cuales pueda yo alcanzar a Dios. 
Trigo soy de Dios que ha de ser molido por los dientes de las fieras, para ser presentado como pan limpio de Cristo" 
(Carta de San Ignacio a los Efesios, camino del martirio).

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