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Misericordia




“Quiero misericordia y no sacrificio” (Mt 12,7)

Dios es un icono siempre abierto por donde se asoma la misericordia.
Al encuentro de toda debilidad sale la misericordia entrañable de nuestro Dios. 
Dedica hoy algo de tu tiempo a contemplar el Corazón abierto de Dios y aprenderás los caminos de la misericordia.

Todo lo que une, libera, sana humaniza y dignifica, forma parte del reino nuevo soñado por Dios para los hombres.
No lo son las normas rígidas que oprimen y asfixian.

Tampoco los ritos vacíos.
El corazón rico en misericordia lo sabe.

Apréndetelo bien:
El hombre está por encima de la ley.

A veces lleno de cosas mi vida, pero Tú una y otra vez me pides que mire con ternura a mis hermanos.  

Tú no eres Señor, un Dios impasible, no eres distante y duro con los hombres.
Tú conoces nuestra debilidad, nuestras tendencias orgullosas, violentas y egoístas.
Conoces bien todas nuestras miserias.
Tú eres misericordioso y compasivo. 
Tú padeces y compadeces, Tú eres compasión. Compadécete de nosotros.

Ven, Señor, a socorrernos, y danos un corazón nuevo, un corazón limpio y sincero, un corazón lleno de compasión.
Qué sintamos la impotencia del caído y le ayudemos a levantarse.
Qué compartamos el dolor del enfermo y le acompañemos.
Qué miremos con misericordia al que se equivoca y le enseñemos el Camino.
Qué suframos el miedo del cobarde y le animemos.
Qué padezcamos la decepción del engañado y le mostremos la Verdad.
Qué comprendamos el vacío del violento y le ayudemos a buscar la paz.
Qué soportemos el pesimismo del desilusionado y sembremos esperanza.
Qué probemos la necesidad del hambriento y le ofrezcamos pan y cariño.
Qué hagamos nuestra la rabia del golpeado y lo tratemos con dignidad.

Que nos compadezcamos del egoísta y le amemos.
Acompáñanos con la presencia de tu Espíritu, y quédate con nosotros, dulce huésped, o métenos dentro de tu inmenso Corazón.

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