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Hoy

 


"El Hijo del hombre ha venido a buscar 
y a salvar lo que estaba perdido." 
(Lc 19,1-10).

A Zaqueo le mueve la curiosidad, quiere verle. Jesús quiere hablarle y mostrarle 'la salvación', provoca una autoinvitación. Lo llama por su nombre. Jesús quiere preparar un encuentro. Las palabras de Jesús mueven, el deseo de Zaqueo también.

Zaqueo cambió su vida, vuelve a ser considerado 'hijo', deja de ser 'ladrón y pecador'. Es el encuentro personal, Jesús lo llama por su nombre, el que cambió la vida para siempre.

Zaqueo es ejemplo de que la riqueza es positiva cuando se comparte. Toma conciencia de lo que ha robado y no es suyo, al encontrarse con Jesús. Su baja estatura no es motivo para no dejarse ver. Y la mirada de Jesús transforma su avaricia en generosidad.


«El Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido»
Cuantas veces nos equivocamos al pensar que ya no tenemos solución porque Dios sólo quiere a los buenos. Pero él a quien busca es al perdido para que encuentre el camino, así la vida se llena de esperanza. Jesús comprende su misión como salvadora. Pero no una salvación conseguida desde el poder y la imposición. No. Él sabe que el plan de salvación se logra con la entrega de su vida, con el sacrificio que exige el amor incondicional y su identificación con todas las víctimas.

Solo nos queda dejarnos encontrar. Jesús se fijó en ese hombre bajito subido en lo alto del árbol. "Quiero ir a tu casa". Quiero ir donde vives, quiero conocerte y ayudarte a vivir de forma nueva. Zaqueo sintió que Jesús no le juzgaba, le acogía, le amaba. El resultado es que Zaqueo devolvió todo el mal que había dado, convertido en bien. Devolvió todo lo robado. Y su vida se llenó de una alegría desconocida para él. De tener que comprarla a recibirla gratis de parte de Dios.

Señor, gracias por buscarme y amarme, 
a pesar de mis errores.
Señor, que tu mirada transforme mi corazón 
y me ayude a vivir con justicia y amor.
Jesús, ven a mi corazón, siéntate a mi lado, 
desata mis egoísmos y avaricias.
Transforma mi vida como lo hiciste con Zaqueo, 
llevándome a la conversión verdadera y a una vida nueva en ti.
Que tu salvación me haga misericordioso y solidario.
Ayúdame a restablecer lo que he hecho mal y a vivir en tu gracia y amor.
Amén.

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