"Venid".

 


«Venid en pos de mí 
y os haré pescadores de hombres». 
(Mc 1, 14-20)

 

 

Convertíos y creed en el Evangelio" La buena noticia de Jesús no es algo anecdotario y accidental en nuestra vida sino sustancial y decisivo. Ante la salvación que Dios obra por amor no podemos por menos que convertirnos, acercamos al Dios que nos ama y nos salva, y abrir el corazón y disfrutar de su infinito amor.


Jesús proclama valientemente el Evangelio. Llama a algunos cuando estaban en su trabajo diario para que vayan con él, participen de su intimidad y colaboren con él en las tareas del reino. Hoy te invita a ti a escuchar su palabra a vivir con espíritu nuevo las realidades del momento presente. Ábrele el corazón; deja que habite tu vida, que pacifique tu casa, que dé sentido a tus días.

Quiero caminar contigo, Jesús, 
en la experiencia cotidiana de los días, 
en el ruido, el dolor y la alegría.


«Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres».
Jesús llama, en medio de las tareas cotidianas, para seguirle. Simón y Andrés dejan las redes de su sustento, su trabajo y su vida. Santiago y Juan dejan la barca de la familia y las personas que dependen de ellos. El seguimiento es desprendimiento para un nuevo inicio.

Es tu llamada lo que nos cambia, darnos cuenta o no de cómo nos acompañas. Nos llamas porque lo necesitamos. No es tú necesidad, ni el utilitarismo, es la nuestra. Nos llama a llevar nuestra identidad a su más profunda expresión. "Pescadores de hombres" es valorar nuestras habilidades y capacidades para poder vivir el Reino de Dios y hacerlo presente. Que hoy descubramos la cantidad de llamadas que recibiremos en lo sencillo de hoy.


«Os haré pescadores de hombres»
Termina la Navidad, pero nadie crea que está todo hecho, queda un largo camino y duro trabajo. Para ello hay que seguirlo y aceptar que tenemos una misión, anunciar la Buena Nueva a los hombres y mujeres de nuestro tiempo que viven alejados de Él.

"Venid". Llamados a dejar las redes, levantarnos, seguirle, estar a su lado, ser de los suyos, ser 'pescadores de hombres', anunciadores de la Palabra en medio del mundo. Llamados a seguirle en libertad, sin 'ninguna red' que nos tenga atados, atrapados. Dejar las redes es ponerse de pie, responder con libertad, comenzar un proyecto de vida nuevo con Él.


Contigo

Me llamaste
cuando no esperaba.
No tenía tiempo,
ni tenía ganas.
¿A dónde querías
que me dirigiera?
¿De qué pretendías
que me despojara?
¿Por qué cuestionabas
mis seguridades?
¿A qué me llamabas?
¿No era, tu llegada,
otra vez lo mismo?
¿No era tu evangelio
una cantinela
ya domesticada?

No te conformaste
con que me escondiera
tras excusas pobres
y falsas palabras.
No me permitiste
levantar un muro
para defenderme
de tus enseñanzas.
A cada barrera
que yo construía
tu amor oponía
una nueva escala
con la que venciste
mi testarudez.

Y seguí tus pasos.
Compartí tus días.
Me senté a tu mesa
una madrugada.
Le diste la vuelta
a lo que soñaba.
Y ahora no comprendo
mi vida sin ti.
Contigo soy todo.
Fuera de ti, nada.


(José María R. Olaizola, SJ)


 

 

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