«Sé de quién me he fiado».
Es demasiada la gente que no conoce a Jesús, es tan corto el tiempo para desplegar la misión, que nos animas a qué vayamos, a qué despleguemos al máximo todos los talentos y capacidades que nos has dado. Hoy celebramos la conversión de san Pablo. Él vivió un antes y un después de conocer a Jesús. Nada que ver, de violento perseguidor a apasionado misionero. Que también nuestros días se inunden de la alegría del Evangelio.
El anuncio del evangelio va más allá de las palabras. Anunciar es dar vida a aquello en lo que se cree. Vivir desde el convencimiento y la coherencia, la autenticidad y la búsqueda del bien común. Escuchando a Dios y descubriendo al hermano.
Enséñame a amar como tú.
Creer en Él lleva mostrar con nuestro comportamiento algún signo de su presencia, de su fuerza, de su propuesta. Denunciar el mal, luchar contra todo aquello que hace daño al hombre, lo que lo priva de libertad. La lucha contra todo lo que daña la dignidad del hombre. Los que creemos en Él somos valientes para anunciar, para emprender caminos nuevos, para afrontar la dificultad, para correr el maravilloso riesgo de seguirle.
El envío de Jesús a sus discípulos a evangelizar tiene una especial resonancia en nuestros días: en el presente Año Santo, al concluir la semana de oración por la unidad de los cristianos, inmersos en una cultura que lejos de reconocer sus raíces cristianas, apostata de su fe.
Como Pablo, yo también
Como Pablo yo
también proclamo
que nada vale la pena
comparado con tu amor, Señor.
Como Pablo yo también doy gracias
por todas las personas que sostienen mi vida
y me acompañan en el camino de mi fe.
Como Pablo yo también experimento
un aguijón que duele por dentro
y trata de desanimarme en mi propia misión.
Como Pablo yo también caigo en la contradicción
de dejar de hacer el bien que quiero
y terminar haciendo el mal que no quiero.
Como Pablo yo también canto
al Dios que ha escogido la debilidad de mi ser
para habitar y hacerse presente.
Como Pablo yo también escucho
la llamada a abrir veredas nuevas
en las periferias del mundo y del recinto sacro.
Como Pablo yo también siento
que nada ni nadie en esta tierra
podrá separarme del amor de Dios.
Como Pablo yo también agradezco
el regalo de ser humilde vasija de barro
que contiene la maravilla del tesoro más grande.
Como Pablo yo también me tatúo muy dentro
que quien ama tiene el resto de la ley cumplida,
que al final de los tiempos solo quedará el amor.
Con Pablo yo también te digo:
«Sé de quién me he fiado».
Sólo deseo, Señor,
en ti vivir, moverme y existir.
Fermín Negre
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