¡Quiero!
Dios no quiere ni el sufrimiento ni el dolor. Vivir no es para ir superando pruebas o transitar por un valle de lágrimas. La enfermedad, la muerte, el dolor forman parte del paisaje que nos constituye. Como lo forma la caricia, el abrazo o el beso. El leproso del Evangelio no se resigna a vivir aislado, rechazado, experimentando su maldición. El mismo Jesús se acerca y le sana. Termina Jesús en oración agradeciendo su paso sanador y purificador.
La lepra es una enfermedad de exclusión. El hombre lleno de lepra se presenta a Jesús. Cae sobre su rostro. Jesús lo mira y lo toca. Lo quiere limpio. Lo envía para ser acogido de nuevo en la comunidad. Jesús acoge, cura y se retira a orar. Tres acciones a imitar.
Su quiero es un quiero de voluntad, 'hágase', pero también es un quiero de amor, de mirada amorosa, de cariño transformado en gesto que cuida y cura. Jesús quiere que se quede atrás el sufrimiento y la marginación, que desaparezca todo lo que hace daño al prójimo. Jesús quiere profundamente a toda persona, a todo aquel que se acerca, al que acude a Él para ser curado, transformado, amado.
“Acudía mucha gente a oírle y a que los curara de sus de sus enfermedades” Puede que, aparentemente, nadie quiera hoy escuchar al Señor y dejarse curar por él. No es verdad. En lo profundo del corazón una muchedumbre sigue buscándole, sigue muy interesada en él aunque se muestre indiferente y hasta contraria a la persona y al evangelio de Jesús.
Si quieres, puedes limpiarme
Señor, si quieres,
puedes limpiarme
de mis lepras y enfermedades,
de mi egoísmo, conformismo y pereza,
de maldades, orgullos y soberbias,
de mi anunciar sin actuar,
de mi actuar sin amar,
Señor, si quieres, puedes limpiarme
de la lepra de mis juicios y condenas,
de negar mi mano y bolsillo a quien lo necesita,
de mis mentiras, medias verdades,
de acumular rencor y resentimiento dentro.
Señor, si quieres, puedes limpiarme
de mis intermitencias e inconstancias en la oración,
de tantos gastos superfluos y liturgias vacías,
de las divisiones y discordias que provoco,
de rechazar y excluir a otros.
Señor, si quieres, puedes limpiarme.
(Fermín Negre)
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