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En Buenas Manos

 


“Nadie puede servir a dos señores”
(Mt 6,24-34).
El evangelio, no es solo una advertencia, sino un juicio sobre nuestra era. Nos llama a renunciar a los falsos ídolos, a buscar una paz que trascienda las preocupaciones terrenales y a reencontrarnos con una fe que hemos dejado languidecer. El culto al verdadero Dios excluye todo tipo de idolatría. La cultura occidental nos parece que ha degenerado en un ateísmo práctico. Sin embargo, esa no es la última etapa del proceso histórico. La última es la idolatría: el vacío de Dios lo llenamos con pequeños idolillos.
Dios o el dinero. Son dos antítesis irreconciliables. Dos posturas ante la vida. Dos opciones de confianza. Poner los agobios en quien nos cuida porque somos valiosos o apostar porque nuestro valor tenga precio. Acoger el mañana como don o afrontarlo como conquista.

 

 

Cuando te olvidas de ti mismo
y te agotas en el servicio a los últimos,
ya no necesitas otros tesoros.
Dios te acompaña, te habla, te protege.
Es el mejor tesoro que se te ofrece gratis
para que camines con esperanza




"Buscad sobre todo el reino de Dios y su justicia; y todo esto se os dará por añadidura".
Cada día es un nuevo reto para encontrar y construir el Reino. No es evidente su llegada, no se nos da hecho. Lo tenemos que descubrir y que hacer. Las actitudes son las de la confianza y las de la alegría. Cuando nos preocupamos por controlarlo nosotros suele acabar en un protagonismo estéril que crea divisiones y conflictos. Que nos fijemos en los lirios y en los pájaros, que sean nuestros maestros. Somos más que los lirios, más que la hierba del campo. El Señor está pendiente de nosotros, somos importantes para Él. Vivamos con la confianza de saber que Él nos quiere. No perdamos la esperanza, Él está a nuestro lado. Dejemos que Él nos guíe. 'A cada día le bastan los disgustos'. Los afanes y preocupaciones de la vida cotidiana deben ser algo secundario en los discípulos, porque el Reino de Dios es lo más importante en su vida. Así es posible vivir la confianza en el Padre que cuida de todos sus hijos.
Estamos en las Buenas Manos del Padre y de que Él nos cuida con amor nos permitirá vivir con hondura cada instante y ocuparnos del futuro con responsabilidad pero sin agobios. Las manos que nos sostienen y levantan cuando la tormenta nos asusta y tumba. Las manos que nos acarician cuando necesitamos consuelo. Las manos que cogen las nuestras para estar a nuestro lado. Nada de miedo, en sus manos y su corazón tenemos sitio.
 Padre, me pongo en tus manos,
dame lo necesario para vivir el hoy de cada día.

“Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa.
Dios no se muda. La paciencia todo lo alcanza;
quien a Dios tiene nada le falta: solo Dios basta”  
(Sta. Teresa).



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