Creer en Él

 

"Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis, pero si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras."  (Jn10,31-42).

Hoy es un día especial en la Cuaresma. Tradicionalmente ha sido llamado “Viernes de Dolores”, puesto que hoy, la piedad popular recuerda de un modo especial a María, la Madre de Jesús; aquella Madre Dolorosa que estaba llorosa junto a la cruz donde pendía su Hijo.


Hoy Viernes de Dolores: Acompáñanos, María, en nuestro dolor para que podamos acompañar a nuestros hermanos que sufren, igual que tú estuviste al pie de la Cruz...

Se acerca la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo. ¿Puede haber obras más contundentes que éstas? Si eso no nos convierte.... ¿qué otra cosa podría hacerlo? Tiempo de creer, de confiar.

Es fácil querer apedrear cuando las palabras están por encima de las obras. Cuando el bien destapa la mediocridad y la maldad. Cuando Dios es un juguete para mantener una posición. Cuando el Evangelio cuestiona. Cuando el bien y la persona no interesan.

“Tú siendo un hombre, te haces Dios” Esa era la causa de querer acabar con él. Aquello era insoportable: era, para sus oídos, como una enorme blasfemia. Se reía de su religión y despreciaba el respeto debido a Dios al tratarle de familiar suyo, como si fuera su papaito, "Abba". Con todo, les miraba con misericordia.

La fe no es una elección, es una convicción profunda. Es el resultado de un encuentro transformador. No es la aceptación impuesta de unas verdades. Es la adhesión a Jesús, como él vivió la total adhesión al Padre. La fe no se argumenta sólo, se muestra a través de las obras. Cada diálogo, cada petición de perdón, cada confianza renovada, cada generosidad, cada sonrisa provocada, son traducciones de la fe.

«Si no hago las obras de mi padre, no me creáis» Cuando algo nos interpela no nos gusta y entonces criticamos al otro sin darnos cuenta que estamos alejando al mismo Padre que nos pide que seamos fieles a su voluntad llevando a cabo las obras que cada uno debe hacer en su vida.

Jesús les dice que sus obras son de Dios, que las miren bien, que crean en Dios. Obras que cambian maneras de pensar, ser y estar en el mundo. Obras que cuestionan profundamente lo establecido, lo que llamamos 'siempre se ha hecho así'. Las obras que Jesús pide que miren, y no desean ver, son todas aquellas que muestra una mesa compartida con los que nadie quiere ni tener cerca.

Las que Él hace cuestionan nuestra vida, nos invitan a creer. Obras que no dejan fuera a nadie, que levantan y dan dignidad, obras que ponen en primer lugar a los últimos, que llenan de misericordia y perdón… ¿Por qué nos cuesta tanto creer en Él?

Su omnipotencia se esconde en la fragilidad humana, su amor infinito lo hizo siervo paciente. Su nombre es Jesús de Nazareth, Hijo Eterno del Eterno Padre.

Eres una misma cosa
con tu Padre, y sin embargo,
estás aquí entre nosotros,
como uno de nosotros.
Tienes la misma naturaleza
eterna e infinita del Padre
y tienes también una naturaleza
humana como la nuestra,
sujeta a los vaivenes de la vida.
Puedo seguirte como la oveja al
Pastor, porque andas por nuestros
caminos, entendemos tu lenguaje
y vemos tu figura que nos guía.
Confío y espero infinitamente en Ti,
porque sé que tu poder es el mismo
del Padre y nadie puede arrebatar de
tus manos al que Tú guardas.
¡Bendito seas, Señor,
porque siendo quién eres,
has descendido hasta nosotros
y, siendo el Invisible, te has aparecido
a nuestros ojos de carne!
¡Bendito seas por tu poder y por tu flaqueza,
por tu esencia divina
y por tu naturaleza humana!
Amén.

 

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