Anunciar

 


"Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación".(Mc16,15-18). 

Jesús se aparece a los once y los envía al mundo entero para proclamar el evangelio. Les da autoridad para ese anuncio, que se muestra en los signos que harán. Una invitación a ser misioneros de la libertad, comunicación, valor, vida y sanación.

"Id al mundo entero y proclamad el Evangelio". Ese mandato cargado de confianza y de ilusión es motor de la vida de un creyente. No se enciende la luz para seguir en la oscuridad, sino para iluminar toda la vida propia y de la que nos rodean. Pablo, cuya conversión celebramos hoy, es modelo de una vida entregada a la misión. El pasó de perseguidor a amigo de Jesús.

Dios nos eligió 
para mostrarnos unos a otros
el rostro del amor de Dios. 
Somos el vocabulario de Dios; 
palabras vivas
para dar voz a la bondad de Dios 
con nuestra propia bondad, 
para dar voz a la compasión, la ternura,
la solicitud y la fidelidad de Dios
con las nuestras propias

Leo RockSj

Nosotros también vivimos el paso de la indiferencia o lejanía de la Fe a la experiencia de ser renovados. Si a nosotros nos ha pasado, cuantas personas se merecen la oportunidad de reencontrarse y renovar su vida. Manifestemos a Dios con nuestra vida. Sembremos el mundo de Buenas Noticias.Hay gentes que están esperando una visita que les traiga buenas noticias de parte de Dios. El Espíritu nos lanza este desafío: ¡A ver si sois capaces anunciar el Evangelio con vuestra vida, de generar esperanza donde hay lamentos! Es arriesgado, pero es mejor perderse que nunca embarcar.

«Id al mundo entero y proclamad el Evangelio» El envío de Jesús a evangelizar marca la misión de la Iglesia de todos los tiempos. De esta manera nuestra responsabilidad en la evangelización no es ni tangencial ni optativa; al contrario, toca la esencia de nuestra identidad de discípulos del Señor y obedece a un mandato suyo. No es una invitación sino una obligación de todos el anunciar que la salvación ha llegado. Hagamos del mundo un lugar donde la acogida y la responsabilidad por lo creado nos hagan conscientes que manifestamos a Dios con nuestra vida.

 

No te atormentes de más,
si fallaste al amigo,
si negaste a Dios,
si no amaste bien,
si erigiste un muro,
si sembraste muerte,
si pasaste de largo ante una cruz.

Acepta tu historia con un dolor lúcido,
(llevará su tiempo volver a reír)
y cree en el perdón,
del amigo,
de Dios,
de los desamados.

Siempre estás a tiempo
de abrir puertas,
plantar vida,
y encaramarte a la cruz
para clamar por todo
lo que pide respuestas.


(José María Rodríguez Olaizola sj)

 

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